Las autoridades andorranas modifican la normativa inmobiliaria mientras famosos de Internet y ricos inversores extranjeros acuden en masa al paraíso fiscal.
PUBLICIDADUno de los Estados más pequeños de Europa, situado entre Francia y España, ha prohibido temporalmente a los extranjeros comprar propiedades.
Conocida por sus estaciones de esquí, sus suaves temperaturas estivales y sus generosas exenciones fiscales, Andorra es un destino popular para los expatriados adinerados, pero su afluencia ha provocado una crisis inmobiliaria en el principado, ya que los lugareños luchan contra el aumento de los costes de la vivienda.
Los precios inmobiliarios en Andorra han subido más de un 30% desde mediados de 2018, obligando a muchos residentes más pobres a trasladarse a la vecina España.
Solo entre el último trimestre de 2022 y el primero de 2023, los precios inmobiliarios experimentaron un repunte del 13% en el microestado, según el medio español El Diario.
En 2022, el Gobierno andorrano autorizó 500 solicitudes inmobiliarias de inversores extranjeros por valor de casi 183 millones de euros.
Prohibición de inversiones extranjeras
La suspensión transitoria de las autorizaciones de inversión extranjera en inmuebles, aprobada el mes pasado, pretende atajar la crisis inmobiliaria. Despúes, será sustituida por un impuesto sobre todas las compras de propiedades por extranjeros.
Estos ingresos fiscales se destinarán a la construcción de viviendas de alquiler más asequibles. Según varias fuentes inmobiliarias españolas, el precio medio del metro cuadrado en Andorra puede alcanzar los 4.700 euros, más que en la mayoría de los barrios de Barcelona.
Con un salario mínimo mensual inferior a 1.300 euros, los ciudadanos andorranos de clase trabajadora tienen dificultades para permitirse vivir en su país de origen.
Aunque puede ser un primer paso para apoyar a los andorranos, los críticos dudan de la eficacia de la prohibición.
Las restricciones sólo se aplicarán a los no residentes, lo que significa que es posible que aumente el número de extranjeros ricos que soliciten permisos de residencia.
Si se tiene dinero, no es demasiado difícil convertirse en "residente pasivo" en Andorra, ya que sólo se exige vivir allí 90 días al año.
La naturaleza del permiso no permite trabajar para una empresa andorrana, lo que lo convierte en una opción ideal para nómadas digitales adinerados con ingresos procedentes del extranjero.
A muchos residentes pasivos se les exige que inviertan al menos 600.000 euros en el país, la mayoría de los cuales tienen que destinarse a propiedades, pero este requisito puede incluso no exigirse si se gana dinero fuera del Estado.
Se espera un nivel mínimo obligatorio de catalán
No sólo la nueva prohibición de invertir en el extranjero supondrá un obstáculo para los extranjeros que deseen comprar una propiedad en Andorra: también deberán tener unos conocimientos lingüísticos.
A partir de 2024, los titulares de un permiso de residencia tendrán que demostrar que dominan el catalán básico para que se les renueve el permiso.
La nueva ley, destinada a proteger la lengua del microestado, supondrá un curso de catalán de 30 horas, excepto para quienes puedan acreditar un nivel mínimo de A2 en el idioma.
Ni el requisito lingüístico ni la prohibición de la inversión inmobiliaria están exentos de críticas.
Agustin51, un YouTuber español con 5 millones de suscri ptores que vive en Andorra desde hace cinco años, ha despreciado la medida catalana. A su vez, fue criticado por llegar a cuestionar si Andorra era una dictadura.
PUBLICIDADNo es la primera vez que los críticos han apuntado a YouTubers extranjeros en Andorra, con algunos acusándolos de ser parte de los extranjeros ricos que alimentan la crisis de la vivienda.
En 2021, El Rubius, una de las estrellas de YouTube más influyentes de España, anunció que se trasladaba a Andorra. Los usuarios de las redes sociales condenaron la decisión de este YouTuber de 40 millones de suscriptores, señalando que el bajo tipo impositivo era probablemente su principal motivación.
Información adicional de Héloïse Urvoy