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Por qué el oleoducto de Druzhba se libró de la prohibición de la UE sobre el petróleo ruso

Tanques de almacenamiento de petróleo en el oleoducto Druzhba, en la ciudad bielorrusa de Mozyr
Tanques de almacenamiento de petróleo en el oleoducto Druzhba, en la ciudad bielorrusa de Mozyr Derechos de autor SERGEI GRITS/AP Photo
Derechos de autor SERGEI GRITS/AP Photo
Por Euronews en español
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Hungría, República Checa y Eslovaquia, sin acceso al mar, dependen en gran medida del petróleo ruso

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Con la guerra en Ucrania entrando en su cuarto mes, y sin final a la vista, la Unión Europea ha llevado sus sanciones contra Rusia a un territorio inexplorado.

En una medida audaz que se espera repercuta en los mercados mundiales, los 27 Estados miembros han acordado eliminar gradualmente el petróleo ruso, tanto los barriles de crudo como los productos refinados, para finales de año.

La decisión se produjo tras casi cuatro semanas de tensas negociaciones que culminaron en una cumbre extraordinaria de alto nivel en Bruselas. En ella, los líderes del bloque acabaron cediendo a una demanda clave defendida enérgicamente por Hungría: los suministros de petróleo que fluyen a través del oleoductos —y de los cuales depende enteramente Hungría— debían quedar exentos de dichas sanciones.

De este modo, la prohibición en toda la Unión afectará finalmente a las importaciones llegadas por vía marítima, que representan más de dos tercios de las compras diarias de petróleo ruso del bloque.

La decisión acabó por tanto yendo más allá del que era el compromiso inicial, y que sugería que Hungría, junto con otros países sin salida al mar, se permitiera dos años más —hasta diciembre de 2024— para completar el embargo. La exención finalmente acordada se mantendrá por su parte por tiempo indefinido.

El acuerdo supone una incontestable victoria política para el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que se mantuvo firme y bloqueó la medida hasta satisfacer todas sus exigencias. "Las familias húngaras pueden dormir tranquilas esta noche", declaró Orbán al final de la reunión. "La propuesta de Bruselas habría sido similar a una bomba atómica, pero hemos conseguido evitarla".

El duradero legado soviético

En el centro de la disputa se encuentra el oleoducto Druzhba, un enorme conducto que data de la época soviética y que actualmente explota el gigante ruso Transneft, controlado por el Estado.

El oleoducto, cuyo nombre se traduce como "amistad", comenzó a construirse a principios de la década de 1960 y en la actualidad se extiende por una red de 5.500 kilómetros, vertiendo el petróleo de los Urales directamente a las refinerías de Polonia, Alemania, Hungría, Eslovaquia y República Checa.

Druzhba bombea diariamente entre 750.000 y 800.000 barriles de crudo y tiene una capacidad de hasta 1,4 millones de barriles diarios. A continuación, las empresas de la UE refinan el combustible para convertirlo en gasóleo, nafta, gasolina, lubricantes y otros productos que se venden dentro y fuera del bloque.

Estos enormes y constantes volúmenes han convertido el oleoducto en una pieza central del sector energético centroeuropeo, construyendo todo un ecosistema que mantiene miles de puestos de trabajo directos e indirectos, pero al mismo tiempo ha creado un alto grado de dependencia de Rusia.

Es por ello que tan pronto como la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propuso eliminar las importaciones de petróleo por mar y por oleoducto, empezaron a aparecer las grietas. Hungría, la República Checa y Eslovaquia, tres países que carecen de acceso al mar y dependen en gran medida del petróleo ruso, no tardaron en plantear su preocupación y pedir plazos a medida, entre dos y cuatro años más, para renovar sus sistemas energéticos.

El Gobierno eslovaco, por ejemplo, argumentó que la única refinería del país, Slovnaft, trabajaba exclusivamente con un tipo pesado de petróleo ruso y que la reconversión de la tecnología a un crudo más ligero llevaría media década y requeriría 250 millones de euros de inversión.

Con argumentos similares, Budapest puso sobre la mesa una demanda de 550 millones de euros para adaptar sus refinerías, mientras que Praga dijo que necesitaba hasta junio de 2024 para ampliar la capacidad del oleoducto transalpino, que permite el transporte de petróleo no ruso desde la terminal marítima de Trieste, en Italia.

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El oleoducto Druzhba alimenta directamente a varias refinerías de petróleo de la Unión EuropeaEuronews

Las discusiones entre bastidores se intensificaron para conseguir que los 27 Estados se sumaran: las conversaciones implicaban complejas cuestiones técnicas —como cómo encontrar proveedores y rutas comerciales alternativas—, temores económicos a una inevitable recesión y la inevitable ansiedad política por el impacto en la vida cotidiana del electorado.

En conjunto, el dilema amenazó brevemente con hacer descarrilar la unidad duradera de la Unión en medio de la crisis más grave del continente en el siglo XXI. Al final, los líderes de la UE, recelosos de un estancamiento interminable y temiendo el daño a su reputación, optaron por el compromiso y lograron llevar llevaron el sexto paquete de sanciones hasta la línea de meta.

El resultado final se ha visto ligeramente manchado por la mencionada exención, pero igualmente el resultado es más que notable. Y es que cabe recordar que la Unión Europea es el primer cliente de petróleo de Rusia, con un comercio antes de la guerra de unos 3,5 millones de barriles diarios por valor de 74.000 millones de euros en 2021.

El aumento de los precios de la energía hizo que la necesidad de un boicot fuera un imperativo para el bloque. Gracias a la rentable venta de combustibles fósiles, el Kremlin ha logrado impulsar el rublo y registrar un superávit de 90.000 millones de euros en sus cuentas.

"El embargo sigue siendo un paso enormemente positivo para Europa y demuestra que la UE se toma en serio lo de sancionar a Putin por las atrocidades que está cometiendo en Ucrania", opina Anna Krajinska, coordinadora de la campaña sobre el petróleo de Transport & Environment, una organización que aboga por la movilidad sin emisiones.

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Igualdad de condiciones

Funcionarios húngaros, eslovacos y checos han celebrado abiertamente el acuerdo, expresando su satisfacción por cómo se han tenido en cuenta sus consideraciones.

Otros, como Polonia y Alemania —vinculadas al ramal norte de Druzhba—, se han comprometido a ir más allá de las obligaciones legales y a eliminar gradualmente no solo las importaciones por vía marítima, sino también las que llegan por gasoducto.

Según estimaciones de la Comisión Europea, si ambos países cumplieran sus promesas —no vinculantes—, la Unión Europea terminaría 2022 sin el 90 por ciento del petróleo ruso que compra actualmente. El destino del 10 por ciento restante que fluye por el ramal sur sigue sin embargo en el aire.

Primeros ministros como los de Países Bajos y Belgica no tuvieron problemas en reconocer la difícil posición en la que quedaba Hungría con la idea planteada, si bien también sugirieron que la famosa exención se revise en los próximos meses para reducir en lo posible su duración. No obstante, y dada la insistencia de Budapest, parece poco probable que el Gobierno húngaro esté dispuesto a abrir ese debate, y mucho menos a modificar el compromiso.

Cabe recordar también que la exclusión de los oleoductos ya ha despertado por otra parte al fantasma de la competencia desleal: en la práctica, un pequeño grupo de Estados podrá recibir un suministro fiable de petróleo mientras la mayoría lucha por hacerse con barriles de otros proveedores.

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"Hay países que gozarán de una ventaja competitiva y eso es un riesgo que hay que tener en cuenta para la integridad del mercado único", explicaba a Euronews Ben McWilliams, analista de investigación de Bruegel. "Todavía no está claro hasta qué punto Hungría y otros podrán refinar el crudo ruso y venderlo en los mercados secundarios, pero es algo que debe limitarse y vigilarse de cerca".

Las conclusiones conjuntas de la cumbre de la UE incluyen una promesa vagamente redactada de garantizar la "igualdad de condiciones" entre los Estados miembros. Pero Bruselas no podrá ver el panorama completo hasta que se complete el embargo a finales de diciembre.

El hecho de que Rusia ofrezca el crudo de los Urales con un llamativo descuento de 35 dólares por debajo del Brent de referencia va a complicar las cosas al bloque, sobre todo si los proveedores no rusos aprovechan el embargo para subir los precios y obtener mayores beneficios.

En otra notable victoria, Orbán se aseguró una disposición que dice que "en caso de interrupciones repentinas del suministro, se introducirán medidas de emergencia para garantizar la seguridad del mismo". Un importante matiz que Hungría impulsó después de que un funcionario ucraniano advirtiera de que "podría ocurrir algo" en el segmento de Druzhba que atraviesa su país.

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