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Entre dos aguas: la información climática es vital para gestionar la sequía hidrológica en Europa

La orilla del Rin durante la marea baja en Colonia, Alemania. Al fondo, la catedral y la zona de Rheinauhafen con los «Edificios Grúa» (Kranhäuser).
La orilla del Rin durante la marea baja en Colonia, Alemania. Al fondo, la catedral y la zona de Rheinauhafen con los «Edificios Grúa» (Kranhäuser).   -  Derechos de autor  firina

Las cada vez más frecuentes sequías hidrológicas tensionarán los recursos hídricos del continente; los ciudadanos y las economías deben encontrar nuevas maneras de adaptarse.

El 1 de junio de 2018, los resultados arrojaban un 4,5 %; un mes más tarde, era un 10,8 %; y casi cuatro meses más tarde, el 20 de octubre, alrededor del 35,9 % de los ríos de Europa bajaban con un caudal anormalmente bajo, el menor desde al menos 1991. Un verano con apenas lluvia, o sin una sola gota, había dejado a los principales sistemas hídricos sin la tan ansiada agua, y repetidas olas de calor contribuyeron a acelerar la evaporación, lo que trajo consigo más pérdida de agua. Según datos del Servicio de Cambio Climático de Copérnico (C3S, por sus siglas en inglés), en el mes de abril de este año había sequías, de moderadas a extremas, en gran parte de Europa Central, y, según el Servicio de Gestión de Emergencias de Copérnico, en muchas regiones esta situación ha continuado hasta junio, con lo que 2020 se convierte en el tercer año consecutivo con condiciones inesperadamente secas.

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Fuente: Modelo de descarga fluvial del Servicio de Gestión de Emergencias de Copérnico (EMS). Crédito: EMS / ECMWF.

Esto podría convertirse en algo todavía más común en el futuro. A mediados de este siglo, se espera que las sequías se produzcan con más frecuencia, lo que sería una amenaza para muchos sectores distintos, desde el suministro de agua y energía hasta el trasporte fluvial y la agricultura. «Se espera que la subregión mediterránea, que ya es la que más está padeciendo la escasez de agua, experimente los más acusados efectos negativos del cambio climático en las condiciones de sequía», declaró a Euronews el Equipo de Sequías del Centro Común de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés) de la UE. «Con la progresión del cambio climático, se espera que los déficits en el flujo fluvial de la región ocurran más frecuentemente, se hagan más severos y duren más tiempo». Según los investigadores, si las temperaturas globales aumentan 3 grados, habrá 11 millones de personas más, y 4,5 millones de hectáreas adicionales, que podrían estar expuestas anualmente a sequías que solían darse aproximadamente una vez cada 10 años. «Vemos una profunda división dentro de Europa, con más sequía en el sur y menos en el norte», afirma el Dr. Niko Wanders, investigador de extremos hidrológicos de la Universidad de Utrecht. Y añade: «Estamos observando que es posible que las sequías extremas se hagan más severas. Esto lo causa una combinación de temperaturas más altas y más evaporación, que trae como resultado más pérdida de agua».

©ESRI

Según expertos de la Universidad de Birmingham, un factor evidente es el hecho de que los ríos también están recibiendo menos agua procedente de los glaciares. El calentamiento en los Alpes durante las últimas tres décadas, combinado con una reducción de las precipitaciones de nieve, ha dado como resultado pérdidas de hielo en los glaciares de casi un 54 % con respecto a los niveles de 1850, y las predicciones a largo plazo muestran que se darán más reducciones drásticas.

Los ríos que se ven afectados por la sequía pierden más que caudal. Según expertos del consorcio de investigación MaRIUS, menos agua de lluvia implica que los ríos no pueden diluir los contaminantes con eficiencia, lo que conduce a mayores concentraciones de nitrógeno, fósforo, metales pesados y microplásticos. Además, la acumulación de materia orgánica hace que las algas se multipliquen, lo que lleva a floraciones que podrían hacer que el agua no sea apta para el consumo humano. Y las aguas fluviales más cálidas también presentan niveles más bajos de oxígeno que las frías, lo que perjudica a los peces y a otras especies acuáticas.

Barcaza transportando contenedores durante la marea baja en el Rin, Alemania.

Cuando baja el nivel del agua, las empresas y el sustento también se ven afectados negativamente. El suministro de electricidad, la agricultura, la producción industrial, el abastecimiento de agua y otros sectores dependen de un flujo continuado de agua dulce para satisfacer la demanda. En 2018, el bajo nivel del Rin hizo que las rutas navegables fueran inaccesibles para la mayor parte de la flota en grandes tramos del río, en particular para las embarcaciones más grandes y nuevas, lo que impidió que grandes empresas de suministros pudieran transportar mercancías y obligó a compañías de varios sectores a disminuir la producción. Según la Comisión Central para la Navegación del Rin (CCNR, por sus siglas en inglés), aunque esto tuvo como causa una fluctuación natural del río, los bajos niveles de las aguas fluviales causan ahora más impacto económico que en el pasado, cuando la actividad industrial y el transporte eran menos intensos. Según un informe reciente, el sector del transporte de Alemania perdió aproximadamente 2400 millones de euros.

En los Países Bajos, la sequía de récord de 2018 hizo descender el nivel freático, lo que puso a un millón de hogares en peligro por el posible hundimiento del suelo. En septiembre de 2003, después de la ausencia de lluvias y las temperaturas elevadas de la parte central del verano, el curso bajo del Danubio alcanzó su caudal mínimo desde 1840. Los barcos y barcazas se detuvieron desde el sur de Alemania hasta Rumanía, y la única planta de energía nuclear rumana cerró durante casi un mes porque no tenía agua para refrigerar sus reactores. En el Reino Unido, los expertos de MaRIUS estiman que a lo largo de los últimos 40 años ha sido imposible generar cerca de 4,6 TWh de energía debido a los bajos caudales de los ríos, lo que ha ocasionado a las compañías pérdidas de 45 millones de libras esterlinas al año.

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©Copernicus

Siguiendo la corriente


Según un estudio reciente de JRC, las pérdidas económicas por sequías podrían multiplicarse por cinco si consideramos el peor escenario climático posible. Pero según ese mismo informe, si se toman medidas de mitigación ese incremento podría reducirse a la mitad. Como dice el Dr. Wanders: «La planificación es la clave». Mejorar la planificación y gestión del agua cada vez se basa más en la información climática, que ayuda a predecir cuándo podrían darse sequías. «Una gestión proactiva de los ríos se basa en las predicciones de sequías, y es clave contar con observaciones de calidad en tiempo real», añade Wanders. Expertos del C3S y el Instituto Meteorológico e Hidrológico de Suecia (SMHI, por sus siglas en sueco) están desarrollando un servicio que ayudaría a las autoridades y empresas a mejorar su resistencia frente a eventos extremos como las sequías hidrológicas. El servicio usa modelos hidrológicos y otros basados en los climas regionales para ofrecer proyecciones de descarga de agua que abarcan varios meses, así como información sobre la influencia que podría tener el cambio climático sobre las precipitaciones, temperaturas y niveles fluviales en los años que van hasta 2100.

Predicción de descarga fluvial promedio para marzo de 2020, con inicio en el 1 de febrero de 2020.

«Las principales industrias que usan predicciones hidrológicas se dedican a gestión de recursos hídricos y residuos, gestión de riesgo de inundaciones, protección civil, energía hidroeléctrica, transporte fluvial, agricultura y turismo», dice el Dr. Shaun Harrigan, científico de predicciones hidrológicas del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF, por sus siglas en inglés). «Las predicciones hidrológicas ofrecen a estas industrias alertas tempranas sobre eventos extremos, cuando hay demasiada o muy poca agua en el río. Esto permite al sector estar más preparado frente a los extremos hidrológicos y tomar decisiones más inteligentes que tienen resultados socioeconómicos positivos».

Las autoridades locales de las regiones mediterráneas están intentando gestionar mejor los recursos hídricos en situaciones de sequía. En el este de España, las autoridades que gestionan el agua de la cuenca del río Júcar, que aporta agua de riego a aproximadamente 150 000 ha, además de a ciudades, plantas hidroeléctricas e industrias, están usando información climática de C3S para adaptar la distribución del agua tanto al clima como a las condiciones de escorrentía, y aumentar así la resiliencia de una región que experimenta sequías continuas desde 2013. Esta actividad intenta enlazar el clima y los datos climáticos de toda Europa con la información local, y ayudar a las autoridades de la zona a mejorar su planificación en caso de falta de agua.

La empresa de gestión de aguas de la Comunidad de Madrid, el Canal de Isabel II, está actuando en muchos frentes diferentes para abordar las condiciones secas de la región, de manera que pueda abastecer de agua a más de 6 millones de personas. «Hemos estado padeciendo las consecuencias del estrés hídrico durante algún tiempo; las contribuciones medias de agua a nuestros embalses se han reducido casi un 20 % en los últimos 30 años si lo comparamos con la media desde 1914», afirman los representantes de la empresa. Además de contar con fuentes hídricas de apoyo, la compañía también usa modelos para predecir la disponibilidad de agua y planea equipar sus embalses con sistemas de alerta temprana para condiciones extremas. El Canal de Isabel II también ha invertido en regeneración de aguas residuales, que distribuye para uso industrial y urbano, con lo que puede reducir la cantidad de agua potable que necesita.

En Italia, una compañía consultora está ofreciendo herramientas digitales para mejorar la gestión del agua. «Creamos servicios para predecir las necesidades hídricas y la disponibilidad de agua, estacionalmente y bajo condiciones de cambio climático, para un gran número de usuarios: autoridades de gestión de riego, gestores de recursos hídricos, compañías energéticas», dice el Dr. Paolo Mazzoli, director técnico de GECOSISTEMA. El servicio SmartRIVER usa datos de C3S y otros proveedores, además de información local específica (p. ej., de estaciones meteorológicas), para ofrecer pronósticos de caudal fluvial y disponibilidad de agua adaptados a las necesidades de los usuarios. «SmartRIVER ya está en funcionamiento, y pronostica el volumen de agua que entra en el embalse Ridracoli dos veces al mes», explica el Dr. Mazzoli. «Este embalse se construyó a principios de la década de 1980 en los Apeninos de Emilia Romaña, tiene una capacidad de aproximadamente 30 millones de metros cúbicos y suministra agua potable a más de 1 millón de personas en cuatro provincias. Gracias al uso de predicciones, el director del embalse puede optimizar el uso y la distribución del agua».


Según el Dr. Harrigan, para hacer una predicción fiable del caudal de los ríos se necesita hacer una simulación del ciclo del agua al completo. «Tradicionalmente, esto se hacía centrándose en las cuencas de los ríos, ya que contábamos con suficientes observaciones de calidad sobre el clima y el caudal. Ahora […], los satélites nos permiten hacer predicciones hidrológicas en zonas del mundo donde tenemos pocas observaciones sobre el terreno o carecemos de ellas», afirma el Dr. Harrigan. Sin embargo, las incertidumbres siguen existiendo. «Una de las mayores incertidumbres tiene que ver con la predicción de eventos climáticos severos que provocan extremos hidrológicos, especialmente cuando estas se necesitan con una antelación de más de una o dos semanas», añade. «La otra es la capacidad para simular lo que sucede con la lluvia cuando se filtra y se desplaza a través del suelo. Sin embargo, las innovaciones en teledetección son enormemente prometedoras».

De cualquier manera, para predecir el nivel de los ríos también hay que analizar otros factores. Según los expertos de JRC, todavía no tenemos información sobre cuánta agua se extrae para diferentes finalidades o la manera en la que la extracción de agua de los acuíferos afecta al caudal de los ríos. «El componente más problemático de los modelos hidrológicos es estimar cómo afecta la interacción humana al equilibrio hídrico, especialmente en escalas espaciales amplias. Si mejoramos nuestra capacidad para incluir estos factores en nuestros modelos, reduciremos considerablemente la incertidumbre en la supervisión y predicción de las sequías», dice el equipo de JRC.