Lejos de las élites y más cerca del pueblo, con gestos y palabras. Es el mensaje difundido por el papa Francisco a lo largo de toda su visita a
PUBLICIDADLejos de las élites y más cerca del pueblo, con gestos y palabras. Es el mensaje difundido por el papa Francisco a lo largo de toda su visita a México, el segundo país del mundo en número de católicos.
Pero es en Chiapas, el más pobre de los estados mexicanos, y también donde más ha retrocedido el catolicismo hasta un 58% frente a un 83% de la media nacional, donde el mensaje del papa ha sido más radicalmente innovador.
El papa aseguró: “Entre los pobres más abandonados y maltratados está nuestra oprimida y devastada Tierra, ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia. En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos”.
Francisco recibió una Biblia traducida al tzotzil y al tzeltal, una forma de homenaje a la cultura maya, a los once millones de mexicanos indígenas a los que les reconoció su papel de discriminados: “Vuestros pueblos has sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas, sus tradiciones”.
De gran contenido simbólico fue también su visita a la tumba del obispo de San Cristobal de las Casas, Samuel Ruiz, próximo a la Teología de la Liberación, al que el gobierno mexicano llegó a vincular con la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y a quien los indígenas llamaban “tatic”, padre en lengua tzotzil.
Pero Francisco también se ha dirigido a las impasibles élites mexicanas dominantes con un lenguaje directo y claro para ponerles frente a sus propias responsabilidades en un país donde las guerras de la droga han causado más de cien mil muertos y veintiseis mil desaparecidos en diez años: “Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes”.
Dardos lanzados también contra los obispos mexicanos. El papa les ha pedido acercarse a la “periferia humana” y no actuar como “príncipes” en detrimento del principio de austeridad.