En Rio de Janeiro las marchas degeneraron cerca de la Asamblea Legislativa.
En Rio de Janeiro las marchas degeneraron cerca de la Asamblea Legislativa. Las centrales sindicales han querido lanzar una primera advertencia al gobierno de Temer contra su reforma fiscal, ajuste que limita el aumento de los gastos públicos durante los próximos 20 años a la tasa de inflación del año anterior.
En Rio de Janeiro, las medidas son especialmente duras puesto que el Estado ha congelado las cuentas hasta que el gobierno regional le devuelva 38 millones.
“Si es estado de Río de Janeiro tiene problemas financieros, ¿por qué no paran de dar ventajas fiscales a algunos, a los institutos de belleza, las joyerías, las cervecerías y los amigos del gobierno?”, se queja José Carvalgo, profesora pública.
Con los salarios públicos y las pensiones congeladas, las movilizaciones en Rio de Janeiro no tienen visos de acabar. El rechazo al gobierno de Temer crece por días aunque el ejecutivo no da su brazo a torcer dipuesto a sanear las cuentas públicas del país y hacer frente al histórico déficit fiscal con que Brasil terminará este año, así como a la deuda pública récord, que ya equivale a más del 71 % del Producto Interno Bruto, PIB.