Las medidas para evitar los contagios por coronavirus también trastornaron los ritos de esta ceremonia.
La Pascua es un tiempo de reflexión y esperanza. La misa del Sábado Santo comenzó en la oscuridad de la Basílica de San Pedro, ante de que la luz brillara sobre los pocos participantes, a diferencia de los millones de feligreces que siguieron la transmisión en vivo desde sus casas, confinados debido a la pandemia del covid-19.
La celebración religiosa estuvo a cargo del Papa Francisco, figura de aliento para los cristianos en el mundo.
"Este año percibimos más que nunca el Sábado Santo, el día del gran silencio. Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día. Como nosotros, tenían en los ojos el drama del sufrimiento, de una tragedia inesperada que se les vino encima demasiado rápido", recordó el Sumo Pontífice.
Mientras tanto, el Sudario de Turín fue expuesto especialmente para el escaso público para inspirar esperanza. La pieza de lino frágil, con siglos de antiguedad, solo se expone en ocasiones muy especiales.
Originalmente preservada en Francia, la Sábana Santa fue trasladada a Italia durante el brote de la plaga en milán en 1506, país donde permanece hasta la fecha.
Francisco continuará mañana los ritos de la Semana Santa con la misa del Domingo de Resurrección siempre en este ábside de la basílica San Pedro y después leerá el mensaje Pascual e impartirá la bendición "Urbi et Orbi", pero esta vez en el interior y no desde el balcón central de la basílica pues la plaza está completamente cerrada.