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¿Qué hay detrás del "príncipe rojo"?: De ser repudiado a convertirse en el presidente de China

El presidente chino, Xi Jinping, visto desde una pantalla gigante en un distrito comercial de Hangzhou.
El presidente chino, Xi Jinping, visto desde una pantalla gigante en un distrito comercial de Hangzhou. Derechos de autor AP/Chinatopix
Derechos de autor AP/Chinatopix
Por Laura Llach
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Su padre fue purgado durante la Revolución Cultural de Mao y su familia repudiada. Quién le habría dicho a un jóven Xi Jinping que algún día albergaría tanto poder como presidente de China que su figura sería imparable.

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Quién le habría dicho a un jóven Xi Jinping que algún día albergaría tanto poder, como secretario general del Partido Comunista y presidente de China, que su figura sería imparable.

Hijo de uno de los compañeros de armas de Mao Zedong, desde niño formó parte de la élite china. Su padre, Xi Zhongxun, incluso llegó a ser viceprimer ministro lo que le convirtió en un “principito rojo”, como se llamaba a los hijos de los héroes de la Revolución.

Vivía, junto con sus padres y sus hermanos, en los palacios que Mao había requisado para sus aliados más cercanos. Hasta que el líder comenzó a desconfiar de ellos y la familia de Xi fue víctima de las purgas durante la Revolución Cultural.

Durante esa época, el actual presidente chino tenía tan solo 13 años y sus compañeros de clase, instigados por los guardias rojos, le hicieron arrodillarse y pedir perdón tanto por sus pecados como por los de su familia.

Era 1966 y la familia de Xi cayó en desgracia. A modo de supervivencia, su propia madre se unía a las hordas de gente que jaleaban abucheos e insultos a su padre, que fue encarcelado.

El propio Xi, junto con sus hermanos, fue llevado a un centro de detención para hijos de funcionarios purgados por Mao. Una noche, el joven logró escapar y llegó hasta la casa de su madre. Al abrirle la puerta le dijo: “Mamá, tengo hambre”. Su madre, en lugar de darle cobijo, lo denunció y la guardia roja lo devolvió al centro.

Emigrar de la ciudad al campo

Tan solo dos años más tarde, Mao decretó que millones de jóvenes emigraran de las ciudades al campo como parte de las campañas de reeducación.

Su objetivo era terminar con el caos que la Revolución Cultural había creado en las ciudades y educar a los jóvenes en la cultura del trabajo duro y del esfuerzo de la mano de los campesinos.

Esto fue un gran choque cultural para Xi que había crecido rodeado de lujos con cocineras y chóferes. No estaba acostumbrado a la dureza de la vida rural y no llegaba a entenderse ni con los campesinos, ni con sus compañeros.

Xinhua/Xinhua News Agency
Xi Jinping, entonces secretario del Comité de la Prefectura de Ningde del Partido Comunista de China, participa en tareas agrícolas en 1988Xinhua/Xinhua News Agency

En una entrevista concedida a un medio internacional, Xi llegó a asegurar que estaba en shock por lo duras que eran las condiciones en el campo y que su piel estaba inflamadísima, llena de picaduras de mosquitos.

“Estaba tan desesperado por comer algo de carne que, cuando por fin conseguimos, nos la comimos cruda”, contaba en esta misma entrevista.

Por estas razones, se volvió a escapar, y de nuevo fue su madre quien lo denunció para que le devolvieran al campo. No quería que le considerasen un desertor y manchase el nombre de la familia para siempre.

Así que no le quedó otra que aprender a llevarlo. Vivía sin electricidad. Fue picapedrero, reparó baches, acarreó estiércol. Hizo todo lo que tenía que hacer para sobrevivir y ganarse el respeto de sus superiores.

Aunque el tema siempre ha sido tabú, se cree que durante este periodo fue cuando la hermana del actual presidente se suicidó, ya que no podía aguantar la presión que sufría la familia al haber sido purgados por Mao.

Acompañado por el Libro Rojo de Mao

En una entrevista en la BBC, uno de los compañeros de Xi Jinping relató que al jóven “no le hacían gracia los chistes, no jugaba al póker, no se echaba novia... Solo fumaba y leía”.

Sobre las condiciones en las que vivían, contó que para comer, solo tenían avena, hierbajos y mendrugos. “Pero cuando tienes hambre no haces ascos”, aseguró.

Muchos de sus compañeros, otros “príncipes rojos”, huyeron de China en cuanto tuvieron la oportunidad, pero este no fue el caso de Xi Jinping. Él se convirtió en “más rojo que los rojos”, según lo definió la diplomacia de Estados Unidos.

En 1974, cuando llegó el perdón a su padre y se rehabilitó el estatus de la familia, el jóven aprovechó la oportunidad. Ingresó en la Liga de la Juventud Comunista y después de varios intentos entró en el Partido. Su carrera política comenzó como funcionario raso en la provincia de Hebei.

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Ascenso político

Xi lo hizo poco a poco, como se hacen las cosas en China. Comenzó por estudiar ingeniería química, una carrera que terminó a los 26 años, pasó por el Ejército y ostentó cargos provinciales. Respetó a sus superiores y no les pisó en ningún momento.

En esa época, el partido estaba inmerso en un cambio de liderazgo y quería seleccionar a los futuros líderes comunistas. La media de edad de los dirigentes chinos rozaba los 72 años, y desde la cúpula elaboraron una lista de los 100 jóvenes más influyentes que aspirarían a pertenecer a la élite política. Xi Jinping estaba entre ellos.

Por aquel entonces, el actual presidente todavía era una figura anónima cuando conoció a la que se convirtió en su esposa, Peng Liyuan, una cantante reconocida en el país. En una entrevista concedida a la prensa, Xi Jinping aseguró que, aunque por motivos laborales no podía ver tanto a Liyuan, se llamaban todos los días.

AP/AP
Xi Jinping y su esposa Peng Liyuan en septiembre de 1989.AP/AP

También reconoció que no pudo estar con su hija tanto como le hubiese gustado, llegó a decir que “pocas veces podía estar ahí para hacer los deberes con ella”.

En 2007, se convirtió en secretario del partido en Shanghai y nuevo miembro de la escasa élite que formaba el Comité Permanente del Politburó, tan solo eran nueve líderes.

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Un año más tarde, se lució organizando los Juegos Olímpicos de Pekín, una labor que demostró sus cualidades frente al resto de candidatos. Y el resto es historia. Escaló hasta convertirse en secretario general del Partido Comunista de China y, al año siguiente, en presidente del país.

Logró derrocar a sus contrincantes, algunos de ellos con mucho más carisma que él. Xi fue descrito en muchas ocasiones como una persona tímida a la que no le gustaba especialmente dar discurso en público.

Utilizó su drama familiar, sus inicios y su experiencia en las zonas rurales para explotar la idea de que él era un “hombre del pueblo”. La maquinaria de propaganda china ha conseguido crear la sensación de que Xi es un hombre que labró su propio destino a base de superar las complicaciones de la vida.

Ahora acaba de renovar su tercer mandato, algo inédito entre sus predecesores, tras reformar la Constitución en 2018 para eliminar el límite de mandatos presidenciales.

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