Es una de las localidades afectadas por la voladura de la presa de Nueva Kajovka. Las autoridades ucranianas reparten agua, pero no es suficiente para mantener los campos de cultivo.
A la localidad ucraniana de Grushivka y sus cuatro mil habitantes, la voladura de la presa de Nueva Kajovka le ha abierto un nuevo frente: el de la lucha por el agua para beber y regar los cultivos.
Cómo llevar el agua
Los agricultores son conscientes de que la que tienen ahora no es suficiente. Volodímir resiste con sus empleados, su familia buscó refugio en Polonia.
"Tomamos agua del depósito de agua Kajovka", cuenta Volodímir Igolnik. "Ahora traemos todo este material, para bombearla de alguna manera. Por ejemplo, necesito 40-50 metros cúbicos de agua al día para la hectárea de invernaderos que tengo, así que todo es por tecnología. Hoy he traído cinco cubos. Bueno, ¿qué voy a cultivar entonces?”
Y cómo conservarla
De dónde sacar el agua, y cómo conservarla, es lo que se han planteado Svetlana Varavina y los suyos, que han optado por cavar un agujero en la tierra y planean tener su propia huerta para ahorrar.
"Comprendimos que no habría agua, y el marido y su hijo cavaron un hoyo. Crear otra cuenca de agua potable sería muy caro. Pero queremos cultivar nuestros tomates, las verduras son muy caras ahora. Queremos tenerla para nosotros y para nuestros hijos".
Las autoridades ucranianas están repartiendo agua potable en los pueblos más afectados por la destrucción del embalse en el río Dniéper. Un reto más de supervivencia, sobre todo para los más mayores, como Ana, de 102 años, que ha superado guerras y hambrunas.