En pocas semanas se han producido varios tiroteos. Las autoridades atribuyen la violencia a una guerra territorial entre bandas.
"Llevamos año y medio viviendo un infierno en este barrio", dice Anwar, vecino de Saint-Gilles, un municipio del sur de Bruselas.
En su smartphone aparecen decenas de fotos y vídeos compartidos por los vecinos. Escenas de tráfico o consumo de drogas en plena calle, a la vista de los transeúntes. Jeringuillas y pipas de crack en los vestíbulos de los edificios. Cristales y parabrisas de coches destrozados. Los vídeos muestran el acoso a una joven por un hombre visiblemente bajo los efectos de las drogas, individuos que se asoman a los coches aparcados y defecan en las aceras, y daños en el mobiliario urbano.
Condena la creciente inseguridad y el deterioro delas condiciones de vida. "Hemos empezado a ser acosados en la calle, con gente que hace desvíos para evitar pasar por ciertos lugares. Tememos por nuestras familias en el metro porque hay mucha gente disparando", dice este padre de familia que, como muchos de sus vecinos, se plantea cambiar de casa.
Junto con otros vecinos, el de Saint-Gillois ha lanzado una petición y se ha dirigido a su ayuntamiento. Espera "soluciones concretas" de los poderes públicos.
Bélgica es uno de los centros neurálgicos del tráfico de drogas en Europa. La estadística se repite a menudo: sólo se incauta el 10% de la droga que pasa por el puerto de Amberes, una de las principales puertas de entrada de la droga en el continente.
Bruselas, en cambio, es un importante centro de producción, distribución y consumo. Mientras que la cocaína se importa principalmente de América Latina, Bélgica y los Países Bajos son grandes productores de MDMA y anfetaminas.
En los últimos meses, las molestias y la violencia asociadas al tráfico de drogas han aumentado en la capital belga. En los últimos meses se han producido varios tiroteos en Saint-Gilles, Ixelles, Schaerbeek y Anderlecht. Un hombre murió tiroteado cerca de la plaza Jacques Franck de Saint-Gilles. Según la policía, los traficantes habían vuelto a este lugar de trapicheo dos horas después de que la policía se hubiera marchado.
Jurgen De Landsheer, comandante de la zona de policía de Midi, describió la escalada de violencia relacionada con la droga como una "guerra territorial" entre las distintas bandas. La delincuencia y las molestias generadas no se limitan a los tiroteos, aunque estos últimos sean más visibles, insiste.
El policía ha observado un aumento de la explotación por parte de las bandas de individuos como pequeños traficantes, "personas muy vulnerables, es decir, menores y residentes ilegales".
Concluye con: "Evidentemente, tenemos que atajar las ventas, pero también apoyar a estas personas, que a menudo son víctimas del sistema."
Guerra contra la droga
Para el ministro belga de Justicia, Paul Van Tigchelt, esta ola de violencia relacionada con la droga es una señal del éxito de la respuesta de las autoridades. "Cuando la mafia de la droga se ve acorralada, se pone nerviosa. Eso es lo que estamos viendo", declaró a mediados de febrero.
Por su parte, Tom Decorte, profesor de criminología en Gand, atribuye esta escalada de violencia a la aplicación de la "guerra contra las drogas" por parte de las autoridades belgas.
En su opinión, la política pública no ha logrado su objetivo: "Si la guerra contra las drogas con su filosofía represiva funcionara, veríamos un descenso en la oferta de drogas, o veríamos subir los precios de las drogas. Porque si una droga se vuelve escasa, entonces se vuelve más cara."
Por otra parte, el experto señala que la cantidad de estupefacientes distribuidos en Bélgica nunca ha sido tan elevada, y sus precios siguen siendo baratos.
Por último, el experto aboga por la prevención en lugar de la represión. La política belga en materia de drogas se basa en cuatro pilares: represión, terapia, prevención y reducción de riesgos ydaños, explica el experto.
Según Tom Decorte, la legalización de las drogas quitaría el aliento a los narcotraficantes. "Mientras no pensemos en cómo destruir el modelo rentable del narcotráfico, no podremos controlar el fenómeno", advierte.
Jurgen De Landsheer, comandante de la zona policial de Midi, discrepa. "La solución no es la legalización. Las bandas venderán otra cosa por menos dinero", opina.
Plan de acción
A menudo se acusa a las autoridades regionales y federales de tirarse piedras unas a otras para explicar la lentitud de la respuesta de las autoridades al narcotráfico.
Ante la urgencia de la situación, los poderes públicos se sentaron a la mesa en un Consejo Regional de Seguridad celebrado en Bruselas.
Su nuevo plan de acción en tres frentes pretende identificar los distintos focos de narcotráfico de la capital para concentrar allí sus esfuerzos y evitar que la delincuencia se desplace a otros lugares.
Sin embargo, el plan de acción no prevé un aumento de los recursos y el personal asignados a la lucha contra el narcotráfico. "Ya tenemos que trabajar con los distintos recursos de que disponemos e intentar optimizarlos", explica Sophie Lavaux, Directora General de safe.brussels.
Por su parte, la organización policial europea Europol también ha abordado el problema, en particular cartografiando el funcionamiento de las organizaciones delictivas.