Para él, la nueva generación de investigadores tiene potencial para acelerar la revolución cuántica, siempre que haya colaboración, coherencia y conciencia de la complejidad de la tarea.
John Martinis es uno de los físicos más importantes de nuestro tiempo. Como pionero en el desarrollo de la computación cuántica y miembro del equipo ganador del Premio Nobel, ha sido una de las figuras más influyentes en el campo de la física moderna.
Dirigió el famoso experimento de "supremacía cuántica" de Google, que hace unos años demostró que un ordenador cuántico puede realizar un cálculo en pocos segundos, algo que a un ordenador clásico le llevaría miles de años.
En una entrevista con el servicio griego de 'Euronews', John Martinis habla de su trayectoria, del estado actual de la investigación y de los retos a los que se enfrenta la nueva generación de científicos llamados a convertir la teoría en realidad.
"Si echamos la vista atrás hacia el Premio Nobel, el experimento que hicimos entonces fue a mediados de los ochenta; ya han pasado cuarenta años", dice Martinis. "Es realmente impresionante que hoy podamos construir ordenadores cuánticos lo bastante potentes como para realizar cálculos de tipo académico, ejecutar algoritmos sencillos y entender cómo funcionan y cómo se programan".
El camino de la tecnología cuántica nunca ha sido fácil. Desde la física teórica de los años 80 y 90 hasta los primeros prototipos experimentales del siglo XXI, cada paso ha requerido una combinación de física, ingeniería, programación y materiales de alta precisión. Martinis señala que, aunque la ciencia ha hecho progresos impresionantes, sigue habiendo muchos obstáculos:
"He participado en muchas empresas, cada una con sus ventajas e inconvenientes", explica. "Uno de los problemas es que, como ahora la tecnología la desarrollan sobre todo empresas privadas, la gente tiende a no compartir lo que aprende, y esto puede ralentizar el progreso. Por supuesto, hay suficiente investigación académica como para que se compartan los conocimientos, pero el equilibrio no siempre es fácil. Los científicos suelen ser optimistas, pero a veces un poco ingenuos sobre lo difícil que es construir un sistema con toda la ingeniería y las tecnologías necesarias para que funcione".
El debate desemboca naturalmente en el futuro de la industria cuántica. ¿Cómo de cerca estamos de las aplicaciones prácticas? Martinis admite que el desarrollo ya está maduro, pero también es más difícil que nunca.
"El campo está bastante maduro. Incluso para alguien con mi experiencia es difícil crear una empresa y participar activamente. Pero es fantástico para los jóvenes, porque hay muchas oportunidades profesionales en el desarrollo de la computación cuántica. Cuando yo era estudiante, esto era casi inimaginable".
"Hoy puedes unirte a un buen grupo de investigación, trabajar en algoritmos o materiales y hacer una aportación sustancial. También tenemos personas sin un doctorado que contribuyen significativamente a nuestra empresa, cada una con sus propias habilidades. Uno de ellos, con formación en informática, se ha hecho cargo de todo nuestro sistema de redes y está haciendo un trabajo excelente".
Para él, la nueva generación de investigadores tiene potencial para acelerar la revolución cuántica, siempre que haya colaboración, coherencia y conciencia de la complejidad de la tarea. "Los jóvenes científicos aportan energía, ideas y audacia. Lo que hace falta ahora es paciencia y cooperación entre universidades, empresas y gobiernos para que la tecnología cuántica no se limite a los laboratorios experimentales, sino que pueda encontrar aplicaciones en ámbitos como la medicina, la seguridad de los datos y la energía".
Sin embargo, hacia el final de la entrevista, John Martinis sonríe cuando se mencionan los rumores de que tiene raíces griegas.
"No estoy seguro de cómo empezó todo; supongo que alguien lo publicó en algún sitio", dice riendo. "Soy croata. Mi padre nació en Kamiza, en la isla de Isa, cerca de Split, en el Adriático, mientras que mi madre nació en Estados Unidos. Estoy muy orgullosa de esta herencia y me encanta poder tener lazos con más de un país. Es genial, me encanta".
Con su calma y precisión científica características, John Martinis pertenece a la generación de investigadores que sentó las bases del próximo gran salto tecnológico. Como él mismo señala, "el futuro cuántico ya no es una teoría: ya está en manos de los jóvenes".