Situado en una enorme llanura de 340 hectáreas en el este de España, es uno de los pocos aeropuertos que se ha visto beneficiado por crisis del coronavirus que ha devastado la industria turística. Su labor no es servir de tránsito a los viajeros, sino el mantenimiento y reciclaje de aviones
Decenas de aviones inutilizados. La ruina para algunos y un gran negocio para otros.
Es el caso del aeripuerto de Teruel. Situado en una enorme llanura de 340 hectáreas en el este de España, es uno de los pocos aeropuertos que se ha visto beneficiado por crisis del coronavirus que ha devastado la industria turística.
Su labor no es servir de tránsito a los viajeros, sino el mantenimiento y reciclaje de aviones.
"El servicio que le estamos dando a nuestros clientes que son las compañías aéreas y las empresas de leasing se ha intensificado por esa necesidad tan importante que hay ahora del mantenimiento y el estacionamiento de larga estancia con personal especializado", explica el gerente del aeropuerto, Alejandro Ibrahim.
Desde el avión de pasajeros más grande del mundo hasta los Boeing 747, unas cien aeronaves esperan y reciben un chequeo en el que es el mayor estacionamiento de aviones de Europa.
Pedro Sáez, gerente de Tarmac, asegura que "al tener una menor utilización, esas aeronaves necesitan mantenerlas en mantenimiento entonces están viniendo para hacerles estacionamiento y esa preservación mientras se espera la evolución del mercado."
Colocan lonas rojas para proteger los motores de la suciedad y la anidación de pájaros, revisan y reemplazan piezas.
Con su mayor aforo desde su inauguración en 2013, pronto el aeropuerto de Teruel llegará al tope de su capacidad.