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El hidrógeno, la nueva batalla entre defensores y detractores de la energía nuclear

La energía nuclear se considera un recurso bajo en carbono pero no renovable
La energía nuclear se considera un recurso bajo en carbono pero no renovable Derechos de autor Laurent Cipriani/Copyright 2022 The AP. All rights reserved
Derechos de autor Laurent Cipriani/Copyright 2022 The AP. All rights reserved
Por Jorge Liboreiro
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Los ministros de Energía no se ponen de acuerdo si debe ser considerado una energía verde o no.

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¿Debe considerarse el hidrógeno de origen nuclear como energía renovable? Esta es la pregunta que enfrenta actualmente a los Estados miembros.

El hidrógeno se considera una tecnología prometedora para ayudar a la Unión Europea a reducir drásticamente su dependencia de los combustibles fósiles importados y alcanzar la neutralidad climática a mediados de siglo. Sus usos potenciales incluyen el transporte, los fertilizantes, el acero y el almacenamiento de electricidad, entre otros.

Pero la inmensa mayoría del hidrógeno que se produce hoy en día en la UE procede del gas natural, por lo que no es apto para la transición ecológica. Por eso Bruselas quiere fomentar el uso de hidrógeno renovable, que se obtiene de la división del agua en hidrógeno y oxígeno utilizando únicamente electricidad renovable.

En virtud de una enmienda de 2021, la Comisión Europea propuso un nuevo objetivo que obligaría a toda la UE a garantizar que el 40% de su consumo energético fuera renovable para 2030. El objetivo se revisó posteriormente al 45% tras la invasión rusa de Ucrania. La cifra debe alcanzarse de forma colectiva, no individual, y tendrá en cuenta la energía procedente de una amplia gama de fuentes renovables, como la eólica, la solar, la geotérmica y la hidroeléctrica.

Además, la Comisión ha propuesto que el hidrógeno renovable sea otra fuente que pueda contabilizarse en el objetivo global de energías renovables, lo que refleja el creciente papel de este combustible en la transición ecológica.

La directiva no es definitiva y está siendo negociada entre los Estados miembros y el Parlamento Europeo antes de convertirse en jurídicamente vinculante. Es aquí donde ha surgido una lucha política: un grupo de países, liderado por Francia, presiona para que el hidrógeno de origen nuclear cuente igualmente para los objetivos renovables en el transporte y la industria. Bulgaria, Croacia, la República Checa, Francia, Hungría, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia apoyan esta petición en una carta conjunta enviada a principios de febrero.

Los países hablan de hidrógeno bajo en carbono, una referencia codificada a la energía nuclear, y defienden la "neutralidad tecnológica" y la soberanía nacional para diseñar sus respectivas combinaciones energéticas. Pero su petición se encontró con una feroz oposición en otra carta, firmada a mediados de marzo por Austria, Dinamarca, Alemania, Irlanda, Luxemburgo, Portugal y España.

"Contabilizar la energía de baja emisión de carbono en los objetivos de renovables reduciría nuestros esfuerzos climáticos y frenaría la inversión en la tan necesaria capacidad renovable adicional", escribieron los siete Estados.

La composición de ambas facciones no es del todo sorprendente, ya que los países de los dos bandos habían expresado anteriormente su preferencia -o su oposición- a la energía nuclear y su papel en la transición ecológica de la UE.

Su peso político, sin embargo, representa un reto legislativo: cada bando tiene votos suficientes para formar una minoría de bloqueo e impedir así la aprobación de la Directiva revisada sobre energías renovables (RED, por sus siglas en inglés) si no se aceptan sus intereses.

La opción nuclear

Según la legislación actual de la UE, la energía nuclear no se considera renovable porque los reactores funcionan con uranio, un elemento químico metálico que sufre fisión nuclear y se convierte en residuos radiactivos que siguen siendo peligrosos durante miles de años. Además, la extracción y el refinado del uranio son procesos que consumen mucha energía.

Sin embargo, las centrales nucleares se consideran bajas en carbono porque, a diferencia de las centrales de gas y carbón, emiten vapor de agua y no CO2 a la atmósfera.

Los Estados favorables a la energía nuclear utilizan este detalle para defender esta tecnología como una tecnología de futuro que puede reforzar la independencia energética, reducir drásticamente la contaminación y garantizar que los países dispongan siempre de una fuente de reserva en caso de que los fenómenos meteorológicos reduzcan la producción de energía solar, eólica e hidroeléctrica. Pero esto no ha logrado convencer al grupo antinuclear, que insiste en que el sector no debe desempeñar ningún papel en una sociedad climáticamente neutra.

El hidrógeno representa un nuevo capítulo en el eterno debate.

Las divergencias han salido a relucir el martes durante una reunión de ministros de Energía, en la que los dos grupos se reunieron también de forma separada. Italia, Países Bajos y Bélgica participaron como "observadores" en una reunión pro-nuclear, y a estos dos últimos se les unió Lituania en una sesión organizada por Austria, crítico declarado de la energía nuclear.

Aunque la Directiva de Energías Renovables no era un punto oficial del orden del día, la cuestión se ha abierto paso en las conversaciones del martes, dejando al descubierto la división política. Todas las miradas estaban puestas en Francia, país que obtiene más de dos tercios de su electricidad de centrales nucleares y es considerado el principal promotor del hidrógeno bajo en carbono.

"Podemos intentar encontrar una solución para los franceses, pero la nuclear no es verde. Lo sentimos", ha dicho Teresa Ribera, ministra española para la Transición Ecológica.

Claude Turmes, Ministro de Energía luxemburgués, ha denunciado lo que ha llamado "el prise d'otage (secuestro) que el gobierno francés está haciendo en todos los expedientes".

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Estonia, que no formaba parte de las cartas conjuntas, ha adoptado una postura crítica. "Es importante preservar la integridad de la Directiva sobre energías renovables. Debe cubrir las fuentes renovables y (darles) un trato preferente, y la nuclear no es renovable", ha dicho la ministra Riina Sikkut.

En declaraciones a la prensa, Agnès Pannier-Runacher, ministra francesa de Transición Ecológica, ha afirmado que su país no pretende poner la energía nuclear "en pie de igualdad" con las renovables, pero ha subrayado que el sector tiene un "papel importante" que desempeñar en la transición.

"Empezamos a tener conciencia colectiva de que la cuestión no es oponer la energía nuclear a las renovables. La cuestión es realmente considerar todas las palancas que pueden permitirnos alcanzar la neutralidad en carbono y reducir nuestro consumo o nuestras emisiones de CO2 para 2030 con toda la caja de herramientas disponible", ha dicho Pannier-Runacher.

Varios Estados miembros de Europa del Este, como Polonia, Croacia, la República Checa y Hungría, se hicieron eco de su punto de vista.

"Creemos firmemente que todas las tecnologías libres de carbono deben recibir el mismo trato", ha declarado Jozef Síkela, de la República Checa.

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"En cuanto al hidrógeno de origen nuclear, nos gustaría que se reconociera en los objetivos de descarbonización. Creemos que la energía nuclear no debe ser discriminada negativamente", ha dicho el húngaro Péter Szijjártó.

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