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Bulgaria: un paraíso del turismo tranquilo y sostenible

Bulgaria: un paraíso del turismo tranquilo y sostenible
Derechos de autor  Bulgaria Travel

La privilegiada ubicación entre Oriente y Occidente de Bulgaria ha dotado al país de multitud de paisajes de postal —o de foto de Instagram—. Pero también es un país lleno de espíritu, tranquilo y discretamente cosmopolita, con innumerables tradiciones que te invitan a relajarte y saborear el momento. Bulgaria te anima a darte el gusto de bañarte en las mismas aguas termales que disfrutaron los emperadores romanos, a respirar el aire fresco de las montañas, a descubrir los secretos del vino búlgaro, o, simplemente, a vivir la vida. Las numerosas maravillas naturales de Bulgaria son el punto de partida perfecto para adentrarnos en una de las mejores experiencias de turismo slow (turismo lento) de Europa.

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Balnearios y viajes curativos

¡Ay, esos balnearios! Bulgaria es el segundo país de Europa con más manantiales naturales, solo por detrás de Islandia, y sus aguas medicinales son famosas desde la antigüedad. El país cuenta con más de 550 fuentes hídricas naturales y alrededor de 1600 manantiales de aguas termales, muchos de ellos con aguas ricas en nitrógeno y, generalmente, de mineralización débil. Nadie debería perderse la oportunidad de disfrutar de los placeres que ofrecen las aguas medicinales de un balneario búlgaro, ya sea para mantenerse en forma, perder peso o simplemente para hacer una pausa y relajarse. Los tracios, con fama de ser buenos curanderos, fueron los primeros en apreciar la gran abundancia de aguas termales; y esos innumerables manantiales —que pueden ser de agua fría, templada y caliente— se hicieron también famosos en todo el Imperio Romano, donde se los conocía como “los manantiales sagrados de Tracia”. Los manantiales del sur del país reciben la influencia del clima mediterráneo, mientras que los de las regiones de montaña presumen de aguas cristalinas. Algunos manantiales en la costa del mar Negro tienen lodo con propiedades curativas y depósitos de turba: en balnearios como el de Tuzlata, cerca de Balchik, y Pomorie, cerca de Sunny Beach, podrás envolverte en el barro terapéutico negro para darle un revitalizante estímulo termal a tu piel y a tu bienestar general.

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Velingrad está considerada como la capital de los balnearios de Bulgaria, y en el suroeste del país encontramos Sandanski, otra popular ciudad-balneario. Tanto en estas dos ciudades como en otros centros de descanso situados a lo largo de la costa del mar Negro, los habitantes del país aprovechan las conocidas plantas y hierbas medicinales autóctonas para usarlas en aromaterapia y en otros novedosos tratamientos termales. Las hierbas medicinales son tan abundantes que se exportan alrededor de 15 000 toneladas de ellas al año.

Algunos de los spas y balnearios más conocidos se encuentran en el interior del país, normalmente en las llanuras cercanas a las montañas, donde, muchos siglos atrás, ya acudían los emperadores romanos a “tomar las aguas”. El ejemplo más representativo es Hisarya, al norte de Plovdiv. Aquí podrás visitar el Museo de las Termas Romanas y disfrutar tanto de sus aguas medicinales como de un gran número de tratamientos con barro y rituales reparadores en sus modernos y sofisticados hoteles y balnearios. Muchos balnearios búlgaros cuentan con alojamientos excelentes y personal muy bien formado, y ofrecen una larga lista de servicios como baños minerales, masajes, reflexología, aromaterapia, apiterapia (tratamientos con miel), programas de dietética y antiestrés y mucho más. Pasar unos días de relax disfrutando de las aguas medicinales en cualquiera de los balnearios búlgaros es el mejor regalo para tu cuerpo, tu mente ¡y tu alma!

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Naturaleza costera y montañas majestuosas

Con un medio natural tan diverso, que incluye enormes montañas, lagos de aguas cristalinas tanto glaciares como de otros tipos, frondosos valles fluviales, la espectacular costa del mar Negro y mucho más, Bulgaria es el lugar perfecto para disfrutar de maravillosas experiencias al aire libre y un gran destino para hacer ecoturismo. Podrás tomar el sol y bañarte en las playas de arena dorada de la larga costa del mar Negro, donde la temperatura del agua oscila entre los 22° С y los 26° С en verano. Y, además, la zona costera también cuenta con lagunas litorales, pueblos típicos, manantiales de aguas medicinales y localidades con un gran patrimonio histórico y cultural como Nessebar, así que puedes elegir si quieres unas vacaciones relajantes o con más animación. Los amantes del golf podrán dar unos golpes en uno de los tres campos de primera categoría que hay en la costa y en el interior, y que incluyen el precioso Thracian Cliffs Golf & Beach Resort, con sus hoyos diseñados por Gary Player, el BlackSeaRama Golf y el Lighthouse Golf & Spa Resort. También tendrás la oportunidad de hacer senderismo, pescar y montar a caballo para sacarle el máximo partido a tus vacaciones en la costa.

El campo y los pueblos de Bulgaria son el entorno perfecto para hacer turismo rural, una forma cada vez más popular de conocer las costumbres y el folclore búlgaro viajando por tranquilos paisajes verdes que tienen muy poco de ordinario. Por ejemplo, la localidad de Bozhentsi, cerca de Veliko Tarnavo, es una reserva arquitectónica. Si te hospedas en una de sus casas tradicionales, puede que acabes ayudando a recoger las verduras del jardín, recolectando hierbas silvestres, preparando queso o yogur ¡y hasta haciendo vino! Dependiendo del pueblo que elijas, podrías encontrar clases de pintura de iconos, de bordados o de bailes tradicionales, y, vayas donde vayas, te darás cuenta de que compartir comidas preparadas con ingredientes frescos con tu anfitrión es lo habitual en estas vacaciones de turismo rural. En los montes Ródope, pueblos como Kovachevitsa, Shiroka Laka y Leshten ofrecen multitud de estancias con sabor rústico —nunca mejor dicho— en las que podrás probar cheverme (cordero entero asado sobre brasas) y patatnik (un sabroso plato de patatas del Ródope). Seguro que las fotos de estos sabrosos platos deleitarán a tus seguidores en Instagram. Después de comer, podrás hacer muchísimas cosas que volverán a abrir tu apetito, como ver la representación de un ataque Haydouk (una recreación de los ataques de estos forajidos) en Bansko o participar en una tradicional danza sobre brasas llamada Nestinarstvo en los pueblos de las montañas Strandzha.

La rica biodiversidad de Bulgaria casi no tiene parangón en Europa, lo que la convierte en un paraíso para los amantes de las aves, una afición que cada vez tiene más adeptos. Cerca del pueblo de Srebarna, al sur del Danubio, encontramos una reserva natural y de la biosfera de 600 hectáreas que es una de las mejores zonas de Europa para la observación de aves. De hecho, la reserva natural de Srebarna alberga la única colonia de pelícanos ceñudos de Bulgaria. También podrás ver garzas imperiales, moritos comunes y garzas blancas entre las más de 200 especies de aves autóctonas y migratorias. El parque natural Rusenski Lom, que se encuentra cerca de las iglesias rupestres de Ivanovo (Patrimonio de la Humanidad de la Unesco), es un afamado destino para la observación de aves. Y sin alejarnos mucho de estas emblemáticas iglesias también podemos encontrar la espectacular cueva Orlova Chuka.

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Casi el 40 % del país está cubierto por los famosos bosques de hayas, principalmente en la parte central, y a los búlgaros les encanta pasear por sus preciosas colinas y montañas. Con tres parques nacionales (Pirin, Rila y los Balcanes Centrales) y nada menos que once parques naturales, los senderistas tienen mucho donde elegir en Bulgaria. Los siete lagos de Rila, al sur de Sofía, son de origen glaciar y de aguas cristalinas; cada uno está situado a una altitud superior a la del anterior, hasta alcanzar los 2500 metros sobre el nivel del mar. El Parque Nacional de Pirin, al suroeste del país, ofrece más lagos glaciares y bosques de pinos espectaculares. En las montañas Belasitsa, situadas a lo largo del perímetro sur del país, podrás hacer excelentes rutas de senderismo, al igual que en los famosos montes Ródope, un paisaje imponente donde se puede hacer senderismo, montar a caballo o en bicicleta. Los montes Ródope también cuentan con un importante legado cultural, desde castillos y monasterios medievales hasta gastronomía tradicional como el asado cheverme y platos de patatas típicos de la zona. Hay 37 000 kilómetros de rutas de senderismo, también conocidas como “ecosenderos”. El ecosendero Vazov, que rinde homenaje al escritor búlgaro Ivan Vasov, es una de las rutas más populares; atraviesa el río Iskar, pasa por la cascada Skaklya y se puede recorrer en menos de dos horas. El ecosendero Dryanovo toma su nombre del recóndito monasterio junto al que pasa, y el ecosendero Vratsa forma parte del parque natural del mismo nombre.

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Turismo de aventura

El campo búlgaro es muy diverso, y siempre es posible encontrar un lugar para recuperar fuerzas o para vivir una experiencia emocionante con subidón de adrenalina incluido. Bulgaria ofrece una de las ofertas de turismo de aventura más completas de Europa, con experiencias como hacer kite surf en el mar Negro o puenting en la cueva Prohodna, una formación kárstica con dos oquedades enormes en la parte superior conocidas como los “Ojos de Dios”. Si lo que te apetece es explorar las montañas o la costa del mar Negro a caballo, podrás organizar fácilmente rutas ecuestres guiadas, tanto en parajes litorales como de montaña. Disfruta haciendo rafting por los rápidos del Struma o bajando en canoa por las gargantas del Iskar o el Kresna, donde el nivel del agua alcanza su punto máximo en junio. Si lo que te gusta es volar, lánzate en parapente sobre Sopot, donde sobrevolarás el “Valle de las Rosas” y las empinadas laderas de la montaña de Troyan, y disfrutarás de uno de los mejores sitios para practicar esta actividad en Europa. Bulgaria también ofrece placeres sencillos, como recoger rosas. Este país es uno de los mayores productores de aceite de rosas del mundo, y en los meses de mayo y junio puedes ayudar a los lugareños a seleccionar los pétalos rosados más aromáticos en el Valle de las Rosas. ¡La forma más dulce y embriagadora de ayudar!

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La cocina búlgara: deliciosa, saludable y para disfrutar con calma

La gastronomía búlgara es toda una aventura repleta de historia e ingredientes orgánicos. En este país no es raro llegar a los 100 años o incluso superarlos, y los nutricionistas consideran que esta longevidad se debe a la dieta natural basada en productos tradicionales búlgaros como el yogur (kiselo mlyako), el queso blanco, kashkaval (queso amarillo), tarator (una sopa fría de pepino con kiselo mlyako), pan de centeno negro orgánico, lonchas de embutido curado de cerdo (fillet Elena), miel natural y semillas de girasol. El hábito de consumir estos alimentos saludables, junto con frutas y verduras orgánicas, aporta regularidad y permite que el cuerpo se deshaga naturalmente de las toxinas.

Cuando alguien come en Bulgaria, prueba la confluencia de muchas culturas: toques de la cocina balcánica, rica en especias como el pimentón, el tomillo, el ajo y la menta, ensaladas frescas y el tratamiento de calor que se aplica simultáneamente a varios ingredientes. Hasta los nombres hacen que se te haga la boca agua. Los chuski byurek son unos pimientos verdes rellenos de huevo y sirene, un queso blanco en salmuera. Los kebapches son trozos alargados de carne a la brasa, normalmente de ternera y cerdo, sazonada con pimienta negra, sal y comino. Las hojas de repollo rellenas llamadas sarma son el acompañamiento perfecto, igual que la famosa ensalada shopska, que lleva tomate, pepino, cebolleta, pimientos y queso sirene, y cuyos colores recuerdan a la bandera de Bulgaria. En verano no puedes dejar de probar tarator, una refrescante sopa de pepino con yogur, eneldo, trocitos de nuez y especias. Los desayunos búlgaros suelen llevar buhtas (buñuelos) y mekitsas, una empanadilla frita cuya masa lleva yogur. También hay yogur en el banitsa, un plato de capas de hojaldre tradicional que tiene versión dulce y salada. Y, en Sofía y otras grandes ciudades, las tendencias gourmet se abren paso para ofrecer deliciosas versiones contemporáneas de los platos búlgaros tradicionales.

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Vino y rutas enológicas

Debes tener en cuenta que los búlgaros asienten con la cabeza para decir que no y la mueven de un lado a otro para decir que sí. Así que si tu anfitrión te pregunta si quieres probar un vaso de cherven misket (un famoso vino blanco de tonos rosados) o de mavrud (un intenso vino tinto de color rojo rubí) no olvides mover la cabeza de un lado a otro para no perderte tu próxima copa. La vinicultura está estrechamente ligada a la arraigada tradición culinaria búlgara, y ya estaba incluida en los antiguos rituales religiosos de los tracios y en el culto al dios del vino Zagreo (Dionisio también fue adorado desde fechas tempranas). En la actualidad, Bulgaria cuenta con cinco regiones vinícolas diferenciadas, y, además de mavrud, algunas de las variedades más conocidas llevan por nombre gamza, con su color frambuesa, pamud, un tinto ligero, rubin, envejecido en roble, dimvat, un excelente blanco de la región del mar Negro y shiroka melnishka, un tinto de coloración media con un acabado picante. Puedes deleitarte con un vino búlgaro en cualquier restaurante del país, y si estás en una zona de viñedos, podrás disfrutar con calma de informativas y deliciosas catas de vinos en las bodegas, que suelen estar situadas en rutas bien establecidas que combinan el vino con el disfrute culinario.