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La información climática: una herramienta fundamental para mitigar la crisis de biodiversidad

La información climática: una herramienta fundamental para mitigar la crisis de biodiversidad
Derechos de autor  Getty Images

Alrededor de nueve millones de especies animales y vegetales están expuestas a los cambios del clima mundial. La monitorización de los efectos del cambio climático sobre la vida salvaje y los ecosistemas se ha convertido en algo indispensable para la gestión de las medidas de conservación en los lugares donde la amenaza es mayor.

«El mundo es una maravilla única y espectacular», dice David Attenborough con su voz de barítono mientras vemos en la pantalla imágenes de animales salvajes recorriendo la sabana. «Si actuamos ahora, aún podemos enmendarlo», añade el presentador y naturalista para subrayar que todavía estamos a tiempo de proteger y salvar a los animales y plantas que están amenazados a causa de los cambios que hemos introducido en el medio natural a lo largo de los siglos.

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Los expertos creen que, si las temperaturas globales crecen en 2 °C para 2100, podríamos perder cerca del 18 % de las especies vegetales y un 22 % de los mamíferos del mundo. El cambio climático se está convirtiendo en uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad, y los legisladores que buscan soluciones de conservación necesitan saber cómo afectará el clima del futuro a las especies. Sin embargo, ¿nos están ayudando nuestros conocimientos y métodos actuales a predecir con exactitud cómo reaccionarán las especies a los cambios en los hábitats y el clima?

Multitud de científicos, laboratorios, empresas emergentes y Gobiernos están trabajando, remotamente e in situ, para descifrar el comportamiento del clima a escala local y mundial y predecir cómo cambiará para finales de siglo. Según los expertos, al menos una cuarta parte de los 8,7 millones de especies que se cree que hay en el mundo se están desplazando fuera de sus hábitats a causa del cambio climático y la actividad humana. Según el informe IPBES, esos mismos factores podrían llevar a la extinción a casi un millón de especies animales y vegetales en las próximas décadas. Este estudio también advierte que el cambio climático amplifica la amenaza para las especies porque no actúa solo: su interacción con los nuevos usos del suelo y la sobreexplotación de los recursos pesqueros aumenta sus efectos negativos.

Y no solo las especies tienen todas las de perder. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pérdida de biodiversidad puede afectar considerablemente a nuestra salud si las prestaciones que nos ofrece la naturaleza dejan de ajustarse a nuestras necesidades. Cuando desaparece una especie vegetal, la falta de diversidad genética puede hacer que los cultivos destinados a alimentación estén más expuestos a plagas y enfermedades, lo que pone en peligro la seguridad alimentaria. Además, podría disminuir el número de plantas medicinales con posibilidades de ofrecer nuevos tratamientos para enfermedades humanas.


© Copernicus

Todas las especies animales y vegetales se desarrollan bajo condiciones climáticas específicas: en lo que los científicos llaman la «envoltura climática». «Es una zona de confort», afirma el Dr. Samuel Almond, oficial de aplicaciones climáticas en el Servicio de Cambio Climático de Copérnico (C3S, por sus siglas en inglés). «Si la temperatura o las precipitaciones se salen de la zona de confort de, por ejemplo, un árbol… Si esas especies no se pueden adaptar a esos cambios, verán afectado su crecimiento y reproducción». Los cambios en el clima de sus hábitats pueden comprometer los mecanismos biológicos de la fauna salvaje y las plantas o hacer que tengan que migrar a lugares donde las condiciones se adecúan más a sus gustos. Otras especies consiguen adaptarse y sobrevivir bajo esas nuevas condiciones.

También pueden intervenir otros factores. Según el Dr. Mark Urban, profesor asociado de la Universidad de Connecticut, el cambio climático no afecta a la vida salvaje directamente. «Muchos de los efectos que ejerce el clima sobre la biodiversidad se evidencian en interacciones entre especies. Es posible que una especie no esté en crisis porque no puede sobrevivir al calor, sino porque su alimento ha desaparecido o porque hay un nuevo depredador o una nueva enfermedad que ha llegado con el cambio de temperatura», explica el Dr. Urban a Euronews. «Quizás deberíamos centrarnos en las especies que son de vital importancia para redes tróficas determinadas, que también suelen ser sensibles al cambio climático. Estos son a menudo depredadores superiores, que juegan un papel clave en el ecosistema, y cualquier presión climática a la que se vean sometidos afectará enormemente a otras especies».



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«No sabemos si podemos pronosticar adecuadamente el comportamiento de la biodiversidad bajo condiciones de cambio climático», dice el Dr. Urban. «En la actualidad, usamos correlaciones y estadísticas para predecir el futuro; esas estadísticas pueden funcionar durante un período de tiempo y para algunas especies, pero cuando nos ocupamos de algo más complicado, es muy posible que esas predicciones dejen de ser fiables. El reto es mejorar las predicciones construyendo modelos que se centren en la biología en lugar de en las estadísticas», añade el Dr. Urban. Este científico, afincado en Connecticut, cree que la inclusión de los procesos naturales de las especies —p. ej., nacimiento, muerte, cómo se mueven, qué distancia recorren— en los modelos de los impactos climáticos sobre la biodiversidad nos permitirá conocer mejor cómo será el futuro de millones de estas especies. También ayudará a priorizar la conservación de aquellas especies que más la necesitan. «Si no sabemos qué especies pueden adaptarse y cuáles no, podríamos destinar muchos recursos a las que pueden adaptarse y dejar que otras empeoren». 

Sin embargo, cada vez hay más información climática disponible que puede ayudar a investigadores y legisladores a comprender cómo se podrían redistribuir las especies y sus hábitats a causa del cambio climático. «Estamos creando un conjunto de indicadores diseñados expresamente para que la comunidad que se ocupa de la biodiversidad los use en la vigilancia y los modelos biológicos», explica el Dr. Almond sobre el Servicio Global de Biodiversidad.

Los casos prácticos se centran en retos variados y abarcan ecosistemas de tres continentes y del océano. Fuente: Servicio de Cambio Climático de Copérnico (C3S)

«Los datos del Servicio Global de Biodiversidad se centran en las condiciones climáticas que se pronostican para las próximas décadas», afirma el profesor Koen de Ridder del Instituto Flamenco de Investigación Tecnológica (VITO), que trabaja en este proyecto en estrecha colaboración con C3S. «Algunas de las dificultades para vincular los indicadores climáticos con las especies aparecen porque el clima no es el único aspecto que tiene un impacto en la abundancia de las especies y la idoneidad del hábitat. El informe IPBES anticipa que en el futuro el clima se convertirá en un factor dominante para muchos hábitats y especies. Esto es precisamente de lo que se ocupa nuestro Servicio Global de Biodiversidad: de echar un vistazo a ese futuro climático». Koen de Ridder explica que este servicio ayudará a la comunidad conservacionista, y a otros, a calcular mejor los riesgos climáticos que amenazan a las especies, a incluir factores climáticos en los proyectos de conservación y a encontrar soluciones a amenazas específicas —p. ej., saber dónde se pueden reubicar las especies en peligro de extinción—.

Los indicadores climáticos y de biodiversidad del Servicio Global de Biodiversidad miden el impacto de la temperatura, las precipitaciones y otras variables terrestres, oceánicas y atmosféricas tanto en el área de distribución geográfica de las especies como en aspectos como la aptitud natural de estas, la reproducción y los servicios que prestan a los ecosistemas. «Todos los indicadores se aplican a escala mundial, pero también ofrecemos proyecciones climáticas regionales y locales», explica el Dr. Almond. Según C3S, los usuarios podrán utilizar los 80 indicadores e incorporarlos a sus propios modelos. Si contamos con información sobre la tolerancia ambiental de las especies, esta plataforma también puede facilitar mapas que muestran cómo podrían evolucionar las envolturas climáticas de esas especies desde el momento presente hasta 2100. «Podremos conocer los lugares donde las especies soportarán presión, dónde tendrán más probabilidades de sobrevivir, qué árboles se verán afectados por el cambio climático y las variedades que debemos plantar para mitigarlo o para que se puedan adaptar a él», añade el Dr. Almond.

Este servicio se pone en marcha a finales de 2020, y los científicos del C3S ya han analizado datos de especies animales y vegetales de todo el mundo. «Hemos estado estudiando cómo se adaptarán los bosques tropicales de África central a los cambios en los regímenes de lluvias, o cómo influirán los cambios en la concentración de hielo marino en la conservación de las focas del mar Báltico», dice el Dr. Almond. En Brasil, los expertos están analizando la influencia que podrían ejercer las condiciones climáticas en el área de distribución del tamarino león de cabeza dorada​, un mono en peligro de extinción. «Un análisis a partir de indicadores climáticos especializados ha mostrado que, en el futuro, los tamarinos tendrán que hacer frente a condiciones climáticas desfavorables en las reservas naturales donde viven en la actualidad», explica el profesor De Ridder. «Estos conocimientos, junto con otras fuentes de información, se están utilizando para delinear planes de conservación para la especie».

Descubrir cómo reaccionarán al cambio climático las especies que se desplazan regularmente es otra misión difícil. Existe una aplicación que estudia la conexión entre las fechas de migración de las aves y las variables climáticas. Pone esto en práctica en toda Europa centrándose en especies emblemáticas como las cigüeñas blancas o los milanos negros, y combina información proporcionada por proyectos de ciencia ciudadana con datos de observación de la Tierra de C3S. «Los datos recogidos por iniciativas como eBird, junto con imágenes de alta resolución que han sido tomadas por satélite recientemente, ofrecen una potente y económica herramienta para la monitorización a largo plazo de aves migratorias y otras especies», afirma Juan Arévalo, director de Randbee Consultants, una compañía que ofrece análisis de datos para políticas medioambientales. «La detección del impacto que el cambio climático está teniendo en las especies bioindicadoras, como las aves migratorias, nos permite comprender mejor los efectos sobre los ecosistemas y tomar las decisiones de gestión más adecuadas para ayudar a su conservación», explica Arévalo.


Según el Dr. Urban, el cambio climático también interactúa con otras amenazas a las que se enfrentan las especies, así que es de vital importancia crear modelos que analicen cómo podrían reaccionar estas especies a la combinación de peligros. Urban se muestra esperanzado en lo referente a la mejora de la exactitud de las predicciones de biodiversidad, y hace hincapié en lo mucho que ya se ha avanzado en las predicciones climáticas. «Los modelos que usábamos al principio eran bastante pobres, pero los científicos climáticos consiguieron recopilar la información poco a poco, crearon un sistema de monitorización global y determinaron los mecanismos y procesos que debían incluir. Hemos observado grandes mejoras tanto en la exactitud de los pronósticos como en la capacidad para hacer análisis climáticos retrospectivos. Y lo mismo se puede decir de la biología, a pesar de que estamos intentando hacer predicciones para millones de especies».

Se presentan algunos dilemas a la hora de elegir las especies para las que se van a hacer predicciones usando plataformas como C3S. Hasta la fecha, el servicio de biodiversidad de C3S se ha usado para estudiar especies que aparecen en la agenda de los profesionales de la biodiversidad. El Dr. Urban dice que centrarse en las especies que se suponen amenazadas es de vital importancia para protegerlas, pero no se puede perder de vista a las especies que podrían estar en peligro en el futuro. «Ahora que entendemos mejor el cambio climático, necesitamos conocer cuál es el impacto real que ejerce en la biodiversidad y encontrar maneras de mitigarlo», dice el Dr. Urban. «Al final, todo depende de los recursos. Estamos intentando que el mundo se fije en lo enormemente crítica que es la situación. Sería una verdadera pena que se pierdan numerosas especies a causa del cambio climático, porque influyen considerablemente en nuestra salud, nuestra economía e incluso nuestra cultura».