Macedonia no se libra de las consecuencias de la ola migratoria que vive el Viejo Continente. En la frontera con Grecia hubo ayer una decena de
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Macedonia no se libra de las consecuencias de la ola migratoria que vive el Viejo Continente. En la frontera con Grecia hubo ayer una decena de heridos en los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y las cientos de personas que llegaron ese mismo día para buscar refugio en Europa
La víspera el Gobierno de Skopje había decretado el estado de emergencia ante la masiva llegada de inmigrantes al país, cerca de 44.000 en los últimos dos meses. Las autoridades intentan permitir el paso a aquellos a los que pueden proporcionar ayuda y transporte. A partir de ahí, el objetivo es una estación de tren para viajar a la vecina Serbia.
A pesar de su dramática situación, estas personas tienen en Europa una esperanza de la que carecen en sus países de origen. Un ciudadano sirio asegura que la gente está feliz porque les han dicho que todos entraran en Macedonia. Explica además que hay “familias y embarazadas que estaban sangrando” y que la situación ha sido “muy mala” durante dos o tres días.
El camino que les queda es largo. Su travesía por Europa para alcanzar en muchos casos Alemania se ha visto complicada por la valla que está construyendo el Gobierno húngaro para impedir su paso. La agencia de refugiados de la ONU ha pedido que se abran nuevas vías para permitir el acceso de estas personas al interior del continente.
Belgrado, al menos, es sinónimo de tranquilidad para muchos inmigrantes que han dejado atrás guerras y una vida constantemente amenazada. En la capital serbia, al menos, pueden subsistir en un entorno seguro, aunque sea sobre el césped de algún parque.