La retórica bélica aumenta la brecha entre Moscú y Ankara. Tras intensificar los controles sanitarios sobre los productos alimenticios turcos, el
PUBLICIDADLa retórica bélica aumenta la brecha entre Moscú y Ankara. Tras intensificar los controles sanitarios sobre los productos alimenticios turcos, el Kremlin ha anunciado que piensa reinstaurar la política de visados con Turquía a partir del uno de enero en represalia por el derribo de un caza ruso. Moscú estaría además preparando otras sanciones de mayor calado económico. El cruce de acusaciones entre ambas potencias por el papel que juegan en Siria supone además otro elemento desestabilizador para la región y la lucha contra el terrorismo.
“Cada vez nos hacemos más preguntas sobre las verdaderas intenciones de Ankara”, decía el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov. “Y de su compromiso para erradicar el terrorismo. Particularmente en Siria. No sabemos si le interesa que la situación en ese país se normalice”, se preguntaba.
“Respaldar el terrorismo de Estado en Siria, que se ha cobrado 380.000 vidas, es jugar con fuego”, respondía Recep Tayyip Erdogan. “Y castigar a la oposición siria, que ha sido reconocida como legítima por la comunidad internacional, utilizando la lucha contra Dáesh como pretexto, también es jugar con fuego”, concluía el presidente turco.
La Cumbre del Clima de pasado mañana en París podría ser una oportunidad para que ambos mandatarios limen asperezas, aunque Putin ya ha dicho que no piensa entrevistarse con Erdogan hasta que éste no reconozca su responsabilidad en el derribo del caza ruso. Entre tanto, en Estambul, se suceden las protestas contra la ambigua política del Kremlin en Siria.