Miles de venezonalos cruzan cada día el puente Simón Bolívar en la procura de un futuro mejor.
“Éste es el puente Simón Bolívar. Estamos en Villa del Rosario, justo al lado de la región colombiana de Cúcuta. A unos 200 metros de aquí está la frontera con Venezuela. Yo estoy en la parte de Colombia y toda la gente que ven a mi alrededor, hasta 40.000, cruzan este puente cada día”.
Cúcuta es el principal cruce fronterizo de Colombia. Es el lugar más concurrido y relativamente más seguro por el que los venezolanos pueden cruzar. No se puede decir lo mismo de los otros 2.200 km de frontera porosa entre los dos países, donde los migrantes pueden terminar en áreas controladas por grupos armados.
Colombia es sólo una escala
En la oficina de migración al lado de la frontera en Cúcuta, una media de 3.500 personas sellan sus pasaportes cada día. Su principal preocupación al llegar es poder comunicarse con sus familias.
La mayoría de las personas se dirigen a terceros países después de largos viajes al otro lado de la frontera. Muchos de ellos nos hablaron de las dificultades que encontraron al cruzar.
“¿Están cobrando dinero?”
“Sí, están cobrando 10 dólares, que son 30000 pesos (colombianos), que son 2500000 bolivares”.
“¿Qué significa para vosotros?
“Son tres sueldos mínimos, es mucho dinero”
Una economía en decadencia
La agitación política y la decadente economía de Venezuela, con una inflación de más del 2600% el año pasado, conducen a una dramática escasez de medicinas y alimentos en el país. Las enfermedades como la tuberculosis y la malaria han vuelto a atacar, según varios informes.
Se cree que hasta cuatro millones de venezolanos abandonaron el país desde el comienzo de la crisis (dos millones solo el año pasado, según cifras oficiales). Cada vez más inmigrantes se instalan en Cúcuta o van y vienen para manejar pequeñas empresas. Esta ciudad fronteriza, y toda Colombia con ella, ha sido arrojada a una crisis humanitaria de escala global.