Fátima, de 16 años, se puso en contacto con la ONG preocupada por los síntomas de sus familiares. Desde su humilde vivienda de 40 metros cuadrados y sin servicio continuo de agua potable, no pueden mantener las medidas de higiene
Familias como la de Fátima Castañeda, en situación de pobreza, tienen que lidiar con la COVID-19 en soledad. Para evitar eso, una brigada médica del estado mexicano de Jalisco acude a ofrecerles atención domiciliaria.
La joven de 16 años se puso en contacto con ellos preocupada por los síntomas de sus familiares. "Ahorita mi mamá sí está grave y mi hermano también. Nada más que mi mamá está un poquito más por la edad y mi hermano por su sobrepeso", cuenta.
Desde su humilde vivienda de 40 metros cuadrados y sin servicio continuo de agua potable, no pueden mantener las medidas de higiene.
Ataviados con trajes de protección individual, los voluntarios de la oenegé "Juntos contra el Dolor" llegan a las zonas periféricas y marginadas donde el acceso a la sanidad es casi imposible. Además de atender a los enfermos, desde la pandemia también desinfectan la zona para evitar la prooagación del virus.
Un acompañamiento ante el miedo a la muerte
El cuidado que ofrecen es también emocional. Su fundadora Silvia Lúa asegura que muchos de los pacientes que atienden están en estado de shock por no poder ir a un hospital. Su misión, dice, es "dar prioridad a la atención rápida al más grave, que no tiene oxigeno, que no tiene ningun otro recurso ni siquiera para abastecerse de medicamentos por su pobreza, por la periferia, por marginación."
También dan cuidados paliativos para "minimizar la asfixia, sensación de ahogo, miedos, ansiedad, angustia por el inminente fallecimiento", explica Lúa.
La iniciativa surgió ante la saturación de los hospitales en Jalisco. México es el tercer país más afectado por la pandemia con dos millones de casos confirmados y casi 180.000 fallecidos.