Con unos 4.350 kilómetros entre sus puntos más alejados, Brasil es el quinto país más grande del mundo, flanqueado por 7.200 kilómetros de costa atlántica y las fronteras de nada menos que diez países sudamericanos.
Este vasto territorio está formado por selvas, ríos, pantanos, montañas y extensas aglomeraciones urbanas unidas por transportes envidiablemente conectados.
PUBLICIDADA pesar de la pandemia y las incertidumbres posteriores que sacuden a las economías de todo el mundo, los negocios en Brasil están en auge y una serie de medidas que agilizan los procedimientos de inversión han impulsado aún más la confianza, convirtiendo a Brasil en el sexto destino mundial de la inversión extranjera directa (IED).
Según recientes informes de la ONU, el número de propuestas de financiación dentro del sector de las infraestructuras aumentó un 53% en 2021 y se espera que siga aumentando en 2022.
La actualización de los sistemas de transporte permitirá al país desarrollar su potencial
Entre los sectores en los que el gobierno brasileño está buscando inversiones extranjeras dentro de su programa de concesiones figuran las redes ferroviarias y marítimas, la electricidad y el saneamiento. La modernización de los enlaces de transporte se considera una necesidad urgente en un país tan grande, con 216 millones de habitantes, tanto para el movimiento de personas como para el paso de mercancías y alimentos.
Los abundantes recursos naturales de Brasil se han explotado durante mucho tiempo para la exportación o para el propio sector industrial del país, pero la mayoría de ellos procedían del sur y el sureste, donde se asientan la mayoría de las industrias brasileñas. La mejora de la logística permitiría un acceso más fácil a una riqueza de recursos similar en otras regiones.
La red de carreteras de Brasil es ya la cuarta mayor del mundo, mientras que su red ferroviaria es la novena. Con importantes inversiones y enormes avances en la modernización del sector portuario, el puerto de Santos, en la costa de São Paulo, se transformará en la mayor terminal marítima del hemisferio sur.
PUBLICIDADDesde 2019, el Ministerio de Infraestructuras ha subastado 84 activos de transporte; 34 concesiones aeroportuarias; 36 arrendamientos portuarios; seis grandes proyectos ferroviarios; siete proyectos de carreteras y una privatización portuaria.
La inversión en ellos asciende a 99.400 millones de reales hasta la fecha y se espera que aumente hasta los 100.000 millones de reales a finales de 2022, con concesiones previstas para otros 34 activos. En total, se espera que esto genere 1,5 millones de puestos de trabajo.
La inversión extranjera es clave para inyectar recursos en el país y aumentar la competitividad en los mercados, y es poco probable que el próximo cambio de gobierno interrumpa el actual programa de concesiones.
Aprovechar los recursos naturales para un futuro más limpio
También se espera una inversión masiva en el sector energético. Brasil es uno de los mayores productores de energía limpia del planeta; a nivel mundial, es el segundo generador de energía hidroeléctrica y el segundo productor de biocombustibles después de Estados Unidos. Como resultado, recibe más en IED que cualquier otro país de América Latina.
Alrededor del 84% de la electricidad de Brasil se genera a partir de fuentes renovables. Para ponerlo en perspectiva, la media mundial se sitúa en torno al 38%. La generación eólica y solar ha aumentado enormemente en los últimos años -tres cuartas partes de las plantas que entrarán en funcionamiento en 2021 serán eólicas o fotovoltaicas-, al igual que el porcentaje de energía procedente de los biocombustibles.
Sólo en 2021 se evitaron más de 24 millones de toneladas de gases de efecto invernadero gracias a estos biocombustibles, de los cuales el más importante y fácil de conseguir es el bioetanol, producto de las vastas plantaciones de caña de azúcar de Brasil.
Las campañas públicas han ayudado a concienciar sobre el cambio climático y las formas de conservar la energía, y aunque el uso de los vehículos eléctricos ha sido relativamente lento en el país, los coches híbridos que pueden utilizar una mezcla de gasolina y etanol, conocidos como vehículos "flex", se han vuelto extremadamente populares desde que se introdujeron en 2013.
Brasil cuenta con las condiciones perfectas para el cultivo de la caña de azúcar, como un clima cálido y húmedo, interminables extensiones de tierra cultivable y una avanzada tecnología agroindustrial, y la producción de etanol ha empezado a superar la demanda local, convirtiendo a Brasil en el mayor exportador de etanol del mundo, con el 90% del mercado mundial de exportación.
Los beneficios medioambientales y sociales son incalculables, con una reducción de la contaminación atmosférica y de las emisiones de carbono en comparación con la gasolina, así como la creación de cientos de miles de puestos de trabajo en el sector.
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