En The Global Conversation, el primer ministro griego habla de la importancia de las elecciones europeas, la autonomía de la defensa y la necesidad de hacer más eficiente la toma de decisiones.
Junio marcará las primeras elecciones europeas tras la pandemia, el estallido de la guerra en territorio europeo y la crisis energética. Desafíos que surgieron junto a otros ya existentes, como la crisis climática. Para hablar de lo que está en juego en los próximos comicios, hablamos en Atenas con el primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis.
A continuación, lea la entrevista completa con nuestra enviada especial, Nikoleta Drougka:
Faltan menos de tres meses para las elecciones europeas. ¿Cuáles son, en su opinión, los mayores desafíos para Europa y qué está en juego en estas elecciones?
Creo que estas elecciones son especialmente importantes para Europa en su conjunto, dado el contexto económico y geopolítico más amplio. Tienen lugar en un periodo muy turbulento, con una guerra que asola nuestro flanco oriental, con una crisis humanitaria sustancial que se está desencadenando en Gaza, mientras Europa sale de cinco años muy, muy difíciles.
Creo que también es una oportunidad para que hagamos balance de lo que hemos logrado durante el último ciclo electoral europeo y para destacar los importantes éxitos de la Unión Europea. Gracias a la cooperación de todas las instituciones, hemos podido defendernos con éxito contra la COVID. Hemos creado la NextGeneration EU, que, para países como Grecia, tiene una especial importancia para ayudarnos a impulsar nuestro crecimiento y también para facilitar la transición ecológica y digital.
Hemos permanecido, contra todo pronóstico, o contra las predicciones de algunos de nuestros enemigos, unidos en lo que respecta a Ucrania. Y ahora tenemos que poner la vista en el próximo ciclo y asegurarnos de que estamos preparados para afrontar los nuevos retos que se avecinan.
¿Le preocupan las voces cada vez más fuertes en contra de Europa, las voces antieuropeas?
Creo que siempre habrá voces que cuestionen los éxitos de Europa y, de hecho, algunas de las quejas, diría yo, pueden estar justificadas. Pero al fin y al cabo, si nos fijamos en el panorama general, sigo firmemente convencido de que el futuro de la Unión Europea es brillante y de que Europa ha sido capaz de ofrecer resultados a sus ciudadanos.
Y por eso es importante que defendamos lo que hemos conseguido, pero también lo que tenemos que conseguir en el futuro. Porque si miramos al próximo ciclo electoral y a las grandes cuestiones que tenemos por delante, las que yo personalmente destacaría son tres. En primer lugar, la necesidad de convertir la autonomía estratégica de un eslogan en una política real y efectiva.
Fijémonos en la defensa, por ejemplo. No sólo tenemos que gastar más en defensa, sino que tenemos que coordinar nuestro gasto en defensa. El segundo reto tiene que ver con la competitividad europea en general. Cómo podemos garantizar que Europa siga siendo competitiva frente a China, Estados Unidos y el Sur Global. Esto significará mejores empleos y mejor pagados para los ciudadanos europeos.
El tercer reto es más específico y sectorial. Tiene que ver con la agricultura y nuestros agricultores en un momento en que la seguridad alimentaria ocupa un lugar muy destacado en nuestra agenda. Tenemos que entender que algunas de las medidas que hemos adoptado en los últimos cinco años en relación con la transición ecológica han ejercido sobre nuestros agricultores una presión mucho mayor de la que quizá habíamos previsto, y que tenemos que asegurarnos de que la transición ecológica se ejecuta a una velocidad que no afecte significativamente a los ingresos de nuestros agricultores.
¿Diría usted que a veces el mayor enemigo de la UE es el propio bloque?
Mire, somos 27, y me refiero al Consejo Europeo, que nos reunimos numerosas veces al año en una sala y todos tenemos que ponernos de acuerdo por unanimidad. Se trata de un proceso que inevitablemente tiene que llevar tiempo, y que también implica compromisos yen ocasiones requiere dar un paso atrás para lograr el bien común europeo.
Esa es la naturaleza de la Unión Europea. Al mismo tiempo que contemplamos la ampliación europea, también tenemos que buscar formas de hacer más eficaz nuestra toma de decisiones. También va a ser un ejercicio complicado porque cualquier cambio requerirá de nuevo la unanimidad y el acuerdo de todos los Estados miembros. Hay que reconocer que lo que hemos conseguido en Europa es único en la historia del mundo.
Hemos dado voluntariamente poderes a una entidad supranacional y tenemos que hacer que este equilibrio adecuado, entre la toma de decisiones a nivel europeo y a nivel nacional, funcione cada día. Pero, de nuevo, este es, entre comillas, el "precio" que tenemos que pagar para poder cosechar también los beneficios de participar en la Unión Europea.
Ha mencionado algo sobre la autonomía de defensa de Europa, como un reto pendiente. ¿Diría usted también que debería ser la máxima prioridad, quizás, de la próxima Comisión y el próximo Parlamento?
La defensa es existencial, como nos dimos cuenta tras la guerra de Ucrania y quizá algunos países creyeron que el dividendo de paz que se produjo tras el derrumbe del Muro de Berlín y la caída de la Unión Soviética duraría para siempre.
Pero eso ha demostrado ser una falacia. Nunca estuvimos en esa situación porque siempre gastamos una cantidad significativa en defensa debido a unos retos geopolíticos regionales concretos. Pero ahora comprendemos que todos tenemos que dar un paso al frente y gastar más, pero también gastar de forma más inteligente, estar más coordinados, racionalizar nuestras adquisiciones de defensa, tener quizá más campeones europeos que puedan ofrecer soluciones avanzadas de defensa a un nivel más competitivo que el actual.
Primer ministro, anteriormente hemos visto cómo algunos Estados miembros de la UE - a excepción de Grecia - tenían dificultades para convencer a sus ciudadanos de que acudieran a participar en las elecciones europeas. ¿Por qué diría usted que es importante que la gente vaya a votar?
Porque importa lo que ocurre en Bruselas y porque importa quién nos representa en el Parlamento Europeo.
Porque las decisiones que se toman en Bruselas y Estrasburgo son muy importantes para nuestra vida cotidiana, y necesitamos enviar al Parlamento Europeo a personas cualificadas -porque, al fin y al cabo, las elecciones europeas son sobre el Parlamento Europeo- para garantizar que el Parlamento estará compuesto por ciudadanos europeos representativos y salvará esa distancia entre la toma de decisiones en Bruselas y lo que el pueblo europeo realmente quiere.
El Parlamento Europeo es la más democrática de todas nuestras instituciones y por eso es importante participar en las elecciones europeas. Somos un partido europeísta convencido, así que no esperaría que dijera otra cosa. Y, por supuesto, estamos haciendo todo lo posible para movilizar a la gente y asegurarnos de que lo que tradicionalmente son unas elecciones con baja participación va a desafiar tal vez la tendencia y va a tener una mayor participación.