Los anteriores propietarios, que compraron el pueblo a principios de la década de 2000, pretendían transformarlo en un centro turístico.
PUBLICIDADEl pueblo zamorano de Salto de Castro, en el noroeste del país, fue noticia el año pasado cuando salió al mercado por sólo 260.000 euros, menos que el precio medio de un apartamento en Barcelona.
Lo compró el empresario Óscar Torres Gallego por unos 300.000 euros y tenía previsto reurbanizar el enclave para impulsar el turismo local. Los propietarios anteriores a Torres compraron el pueblo a principios de la década de 2000 y también se habían propuesto transformarlo en un enclave turístico.
Doce meses después, vuelve a estar a la venta por casi el doble del precio por el que se compró. Torres ha realizado algunos trabajos de arquitectura en los edificios y ha presentado documentación al Gobierno local, pero no puede completar el desarrollo previsto debido a su estrategia de negocio, según el mercado inmobiliario Idealista.
¿Qué incluye la venta?
Por 580.000 euros, el afortunado comprador obtendrá 44 viviendas, un bar, un hostal, una piscina y una zona deportiva, así como una iglesia y un antiguo edificio cuartel que albergaba a la Guardia Civil. Incluso hay una farmacia y una Comisaría de Policía: todo lo que se puede encontrar en un pueblo rural español.
A poca distancia de la frontera portuguesa, se encuentra en el corazón de la Reserva de la Biosfera de la UNESCO Meseta Ibérica.
Salto de Castro también tiene unas vistas impresionantes del río Duoro y disfruta de unos 135 días de sol al año.
Sin embargo, los interesados tendrán que actuar con rapidez, pues ya ha habido cierto interés en comprar el pueblo abandonado y una guerra de ofertas podría hacer que el precio supere los 600.000 euros.
Cuando se puso a la venta el año pasado, los agentes inmobiliarios estimaron que costaría unos 2 millones de euros hacer que Salto de Castro fuera viable y empezara a atraer visitantes.
¿Por qué está abandonado el Salto de Castro?
Salto de Castro fue construido en los años 40 por la compañía eléctrica Iberdrola para alojar a los trabajadores que construían la presa cercana. En la década de 1980, la gente empezó a abandonar el pueblo por la escasez de trabajo y en 1989 ya no quedaba ningún habitante.
Ahora lleva más de 30 años sin población.
La crisis financiera de 2008 paralizó los planes de los anteriores propietarios, que decidieron poner a la venta Salto de Castro en 2022 con la esperanza de que alguien pudiera hacer realidad su proyecto turístico.
Muchos pueblos rurales españoles sufren el envejecimiento de la población, ya que los jóvenes se trasladan a la ciudad o tienen menos hijos que las generaciones anteriores.
Por ello, algunos gobiernos locales están animando a los extranjeros a instalarse en ellos con subvenciones.
A sólo unos cientos de kilómetros, el pueblo de Rubiana en Galicia, ha ofrecido a los expatriados hasta 150 euros al mes por vivir allí. El Gobierno local espera aumentar el número de estudiantes en las escuelas locales incentivando a las familias a trasladarse al pueblo.