Los intentos de "chantaje" de Vladímir Putin sólo sirvieron para acelerar la transición ecológica de la Unión Europea, declaró el martes Ursula von der Leyen.
PUBLICIDADAntes de que el líder ruso decidiera lanzar la invasión a gran escala de Ucrania, el bloque dependía en gran medida de la importación de combustibles fósiles rusos, sobre todo gas, que recibía a bajo precio a través de una extensa red de gasoductos.
Pero la guerra obligó a los Estados miembros a cortar drásticamente los combustibles rusos de su sistema energético mediante una combinación de sanciones (petróleo y carbón) e iniciativas nacionales (gas) destinadas a privar al Kremlin de una importante fuente de ingresos.
"Hace dos años (...) una de cada cinco unidades de energía consumidas en la Unión Europea procedía de combustibles fósiles rusos. Hoy es una de cada 20", declaró el martes Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, durante una visita a París para celebrar el 50 aniversario de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
"Obtenemos más energía en total de las renovables en la Unión Europea que de Rusia. Y el año pasado, en 2023, por primera vez en la historia, produjimos más electricidad a partir del viento y el sol que a partir del gas", prosiguió.
"Así pues, el intento de Putin de chantajear a nuestra Unión ha fracasado por completo. Al contrario, ha impulsado realmente la transición verde".
Una transición "demasiado lenta"
Von der Leyen señaló que, a pesar de los esfuerzos realizados tras la crisis energética de 2022, el ritmo global de la transición era "todavía demasiado lento" e instó a los gobiernos de todo el mundo a aumentar la capacidad renovable, movilizar cantidades "masivas" de inversión y trabajar juntos para asegurar las materias primas y promover la innovación.
"La vieja economía de los combustibles fósiles se basa en la dependencia. La nueva economía de las energías limpias es interdependencia", afirmó.
El camino por recorrer aún es largo: según las últimas cifras facilitadas por la Comisión, la tasa de dependencia de la UE del gas ruso se redujo del 45% en 2021 al 15% en 2023, lo que significa que el consumo ha disminuido mucho, pero no ha desaparecido del todo.
Francia, Bélgica y España
El hecho de que los europeos sigan comprando de buen grado gas ruso, ya sea a través de gasoductos en Europa Central o de terminales de GNLen Francia, Bélgica y España, ha provocado persistentes fricciones entre los Estados miembros, algunos de los cuales quieren que el bloque adopte una prohibición jurídicamente vinculante de las importaciones, como se hizo para excluir el petróleo y el carbón rusos transportados por mar.
El lunes, el gobierno austriaco admitió que la tasa de dependencia del país del gas ruso había aumentado del 76% en noviembre al 98% en diciembre, la cifra más alta desde el inicio de la invasión. La ministra de Energía, Leonore Gewessler, achacó la situación a un contrato firmado entre OMV, la principal empresa energética austriaca, con Gazprom, el monopolio estatal ruso, vigente hasta 2040.
"El mercado y las empresas energéticas que forman parte de él no están cumpliendo suficientemente con su responsabilidad de reducir la dependencia del gas ruso", declaró Gewessler. "La diversificación de nuestras importaciones de gas avanza con demasiada lentitud".