Su melodía se cuela en nuestros oídos el primer día del año para desearnos una nueva etapa de buenas intenciones. Es la Orquesta Filarmónica de Viena y su concierto de año nuevo, una tradición vienesa marcada por su imperecedera programación, la misma desde mediados del siglo XIX.
El presidente y primer violín de la orquesta, Clemens Hellsberg nos explica:
“ Es una música muy vienesa, la expresión vienesa de la vida. Nuestra orquesta está íntimamente ligada a este tipo de música porque hemos crecido con ella. La idea es realizar un concierto que sea popular. Por otro lado hay un nivel artístico altísimo porque el trabajo de la dinastía Strauss era una obra de arte.”
El espíritu de renovación de este evento reside en su director de orquesta que cambia con frecuencia. Este año, le tocó al francés Georges Prêtre coordinar con su batuta a estos virtuosos de la música.
A pesar del carácter centroeuropeo de esta orquesta, algunos de sus miembros vienen desde muy lejos y eso requiere una adaptación, por supuesto a nivel musical. Como es el caso del primer viola, Tobias Lea, procedente de Australia, que declara:
“ Ahora mismo toco de una manera muy vienesa. De mi espíritu australiano me queda la libertad de haber crecido bajo el sol, en la playa, y andar nueve meses al año descalzo.”
En muchos sentidos, Viena ha sido la capital de la música clásica durante siglos y Clemens Hellsberg nos explica porqué:
“ La música tiene una importancia especial para la familia de Habsburgo y sus habitantes.
Al andar por esta ciudad soy consciente de que Mozart paseó por estas calles, o que Beethoven vió cómo se construía este palacio y que Haydn estuvo aquí al igual que Brahm.
La política o la economía dictan todo. Estoy convencido de que este mundo sería un lugar mejor para vivir si escuchásemos el mensaje de las artes.”
Un regalo para los oídos que sigue emocionando cada año a miles de personas.