La Konzerthaus de Viena, la prestigiosa sala de conciertos rezuma modernismo en estado puro, justo al cumplir su centenario. Un aniversario que celebra con carteles de primera. En esta ocasión es el carísmatico Gustavo Dudamel el encargado de dirigir a la Filarmónica de Viena con la Novena Sinfonía de Beethoven.
El maestro venezolano ha destacado cómo la Konzerthaus, que hoy dispone de cuatro salas, siempre ha combinado la innovación con la tradición musical: “Es uno de los teatros de más tradición en el mundo. Representa la profunda tradición, la elegancia de lo que es Viena, y de lo que es el arte en Viena, del arte musical específico que se desarrolla aquí”.
La Novena de Beethoven, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, está considerada como la mejor partitura musical jamás escrita, entre sus elementos revolucionarios incorpora el uso simultáneo de solistas y del coro en el movimiento final que incluye el famoso poema de Schiller, Oda a la Alegría.
“Beethoven es un compositor de una belleza extrema, pero también con cierta violencia, tanto en su escritura… cuando uno lee sus manuscritos es maravilloso porque puede descubrir la mente, completamente única, pero laberíntica, como laberintos que abruman; allí tú lo ves con esas articulaciones, esas dinámicas acompañando ese texto que al final es como querer gritarle al mundo, de una manera contundente, que a través de la música, de ese texto de Schiller, necesitamos hermanarnos cada día más”, señala Dudamel.
El director venezolano está muy satisfecho con la respuesta del público y con la elección de la obra maestra de Beethoven: “Alegría es armonía, es belleza, es hermandad… no hay nada más hermoso que compartir, y siempre cuando se comparte se está alegre, y si se comparte en armonía, hermanados, contemplando la belleza… eso es para mí la alegría”. “La Novena como símbolo de la Humanidad, como símbolo humanista en nuestro mundo.”