Mientras que varios miembros de la comunidad internacional se reúnen en Bruselas para debatir sobre una Siria de posguerra, se denuncia otro crimen de guerra.
PUBLICIDADMientras que varios miembros de la comunidad internacional se reúnen en Bruselas para debatir sobre una Siria de posguerra, se denuncia otro crimen de guerra. Decenas de personas habrían resultado muertas y heridas en lo que se ha descrito como un ataque químico en Idlib, una provincia controlada por los rebeldes en el norte de Siria. Los médicos de la zona aseguran que las víctimas presentaban síntomas similares a los causados por el mortífero gas sarín. El enviado de las Naciones Unidas, Staffan de Mistura, que está en Bruselas, dijo que el ataque llegó del aire, y añadió que el Consejo de Seguridad de la ONU se reuniría para exigir responsabilidades.
Según los últimos datos hay unos 13 millones y medio de sirios que necesitan ayuda humanitaria y millones están buscando una vida mejor fuera del país. Es el caso de Ali, que dejó Siria tras perder a su hijo, a su hermano y a su sobrino en la guerra.
Llegó junto al resto de su familia a Grecia, por medio de traficantes, donde permaneció once meses, en el campamento de Idomeni. Él y su familia se encuentran entre las 15.000 personas que han sido reubicadas bajo el polémico sistema de cuotas de la UE, implementado solo en parte debido a la resistencia de algunos Estados miembros, principalmente del este de Europa, que no quieren acoger refugiados.
Y este miércoles, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk visita Grecia. Inmigración, cooperación con Turquía y la economía son los temas de su agenda en su encuentro con los jefes de Estado y de Gobierno.