El Tribunal Supremo Electoral de Brasil tiene en sus manos el futuro del presidente Michel Temer. Ha comenzado un proceso que juzga las presuntas irregularidades de financiación en la campaña presidencial de Dilma Roussef en 2014, con Temer como aspirante a la vicepresidencia. Una sentencia en contra podría desalojar a Temer del poder, algo que hasta ahora no han conseguido las múltiples acusaciones por corrupción, obstrucción a la justicia y asociación ilícita que pesan sobre él.
“Ni Dilma ni Temer. Quiero que esa gente deje la escena política brasileña y que el pueblo pueda elegir en unas elecciones generales y directas tanto al presidente de la República como al Congreso Nacional”, dice Ubiraci Dantas de Oliveira, presidente de la Central General de los Trabajadores de Brasil (CGTB)
Este juicio electoral podría acabar en dos días o alargarse durante meses con las posibles apelaciones, pero, en cualquier caso, puede significar la muerte política de Temer, menos de un año después de sustituir en la presidencia a Dilma Roussef, destituida, en medio de una agria polémica, por maquillar las cuentas públicas. La propia Roussef podría quedar inhabilitada para ocupar cargos políticos.
