Exportando contaminación: ¿Quién está pagando el coste ecológico de tu coche eléctrico?
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Exportando contaminación: ¿Quién está pagando el coste ecológico de tu coche eléctrico?

Por Sofia Sanchez ManzanaroMarta Rodríguez
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Los coches eléctricos también tienen un importante coste medioambiental. La minería de tierras raras, relegada a núcleos de población remotos, se ha vuelto esencial para el desarrollo de las tecnologías verdes.

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A orillas de la reserva nacional del desierto de Mojave y a escasos kilómetros del Parque Nacional del Valle de la Muerte, que presume de tener un ecosistema virgen de toda acción humana, se sitúa la principal mina de tierras raras de Estados Unidos.

Entre estos dos excepcionales parajes, la explotación de Mountain Pass fue entre 1965 y 1995 el principal suministrador de tierras raras del mundo. Sin embargo, su extracción tuvo un alto precio para la naturaleza californiana. Una investigación federal en los años 1990 sacó a la luz que la empresa había vertido alrededor de 2.300 litros de aguas con residuos radioactivos y otros desechos peligrosos en el suelo del desierto.

La explotación de tierras raras genera contaminación por torio, un elemento radioactivo que se libera durante la extracción y que puede tener efectos muy perniciosos sobre el entorno en el que se abre la mina.

Aunque la compañía pagó 1.3 millones de euros de multa, obtuvo otro permiso para que la excavación siguiese operando durante otros treinta años en la región californiana.

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Vista desde el satélite Sentinel de la mina de Mountain Pass en California, el 4 de agosto de 2019.videos EU/ Copernicus Sentinel/ EO Browser

Los peligros para el medioambiente y la contaminación de recursos naturales, como el agua o el suelo, han frenado el crecimiento de la minería de tierras raras en Estados Unidos, pero no a nivel global. 

A partir de finales de la década de los 1980, China comenzó a dominar el mercado y disparó su producción en Bayan Obo, el mayor depósito encontrado hasta el momento. Situada en la región china de Mongolia interior y a unos 700 kilómetros al noroeste de Pekín, esta reserva es responsable del 45% de la producción global.

Lee | Qué son y quién posee las reservas de tierras raras, los elementos más codiciados del siglo XXI

Según la Asociación China de Tierras Raras, por cada tonelada de metales raros extraídos se expulsan entre 9.600 y 12.000 metros cúbicos de residuos en forma de gas, que contienen polvo concentrado, ácido fluorhídrico, dióxido de azufre y ácido sulfúrico. Además, también se producen aproximadamente 75 metros cúbicos de aguas residuales ácidas, además de una tonelada de residuos radiactivos.

Aunque no hay muchos informes sobre sus efectos directos en la población de Bayan Obo, un estudio de 2015 del Instituto de Ciencias Geográficas e Investigación de Recursos Naturales de Pekín señalaba la alta vulnerabilidad de sus habitantes a la exposición al polvo de estos metales. La magnitud de la excavación que rodea el núcleo de población es visible desde los satélites en el espacio.

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Vista de la mina de Bayan Obo desde el satélite Sentinel, el 16 de agosto de 2019.videos EU/ Copernicus Sentinel/ EO Browser

Cuando la "revolución verde" depende de las tierras raras

Hay una gran posibilidad que, el dispositivo que esté utilizando para leer este artículo, haya sido fabricado con elementos provenientes de esta mina. El uso de tierras raras en las sociedades digitales ha llegado a tal punto, que es muy complicado prescindir de ellas. Destaca una en particular, el neodimio, un elemento utilizado para fabricar unos imanes muy fuertes presentes en todo tipo de motores eléctricos.

“La electrificación de las sociedades corresponde a una explotación mucho mayor del neodimio”, explica a Euronews Jorge Morales de Labra, ingeniero industrial y emprendedor en el sector eléctrico.

“¿Se puede prescindir del neodimio? Lo dudo. Es el mejor material que conocemos para hacer imanes y no creo que se vaya a desarrollar nada mejor que el neodimio. Sin embargo, hay que tener en cuenta la contaminación que se genera por su extracción”, añade.

“Las tierras raras no solo son esenciales para la alta tecnología, también para todas las energías renovables”, explica Juan Diego Rodríguez-Blanco, profesor de nanomineralogía en el Trinity College de Dublín.

Gracias al uso cada vez mayor de la energía eléctrica, los productores de tierras raras han encontrado en la “revolución verde” un nuevo nicho de mercado, en pleno apogeo en las últimas décadas y, por la situación medioambiental actual, cada vez más acuciante en su implantación y el abandono de los combustibles fósiles.

Los coches eléctricos y las turbinas eólicas son algunos de los principales usos de estos elementos, un hecho que contrasta con el "sucio" proceso que hay que seguir para obtenerlos.

Un trabajador en una mina de tierras raras en el condado de Nancheng, provincia de Jiangxi, el 29 de octubre de 2010. REUTERS

Sin embargo, como afirma Morales de Labra, todas las actividades humanas generan algún tipo de impacto sobre el medio ambiente. "El uso de las tierras raras es un argumento en contra de la ecología de los coches", explica Laurentino Gutiérrez, ingeniero automovilístico.

Según explica Gutiérrez, los coches eléctricos utilizan dos tipos de motor. Por una parte, existen los motores síncronos, que funcionan con tierras raras o con electroimanes. "Son muy eficientes, pero más caros. Si quieres mucha potencia es complicado que lo consigas sin estos elementos", añade.

El experto afirma que la única marca que fabrica coches con motor síncrono y sin tierras raras es Renault, que utiliza electroimanes en su lugar. "Solo llegan a tener entre 90 y 110 caballos, pero son más ecológicos", precisa.

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Por otra parte, existen los motores de inducción, que no necesitan tierras raras, y son utilizados, principalmente, por Tesla, aunque en su último modelo ha comenzado a emplearlos. “En el modelo 3 de Tesla, se puede elegir entre dos motores y uno de ellos, por primera vez, lleva tierras raras. Pero gracias a un gran esfuerzo de ingeniería han conseguido reducir la cantidad necesaria a mínimos”, explica Laurentino Gutiérrez. Sin embargo, añade que Tesla no representa a toda la industria, pues sus tecnologías se encuentran muy avanzadas respecto al resto de las compañías.

Tesla modelo 3REUTERS/Amanda Voisard

Exportar contaminación: de ciudades a aldeas

El uso de vehículos eléctricos tiene como principal objetivo mejorar la calidad del aire que respiran los ciudadanos, principalmente en zonas de gran densidad de población y congestionadas por vehículos, pero no por ello deja de ser contaminante, más allá del uso de las tierras raras.

“Fabricar un coche eléctrico produce las mismas emisiones de CO2 que fabricar dos coches de combustible”, explica Laurentino Gutiérrez. Según el experto, hasta que el coche eléctrico no ha recorrido entre 30 mil y 40 mil kilómetros, este no empieza a ser más ecológico que un vehículo de gasolina.

Tubos procedentes de una planta de fundición de tierras raras que arrojan agua contaminada a una represa cerca de la aldea de Xinguang, China.REUTERS/ David Gray

“Aunque las emisiones globales sean las mismas en los dos casos, en uno tienes todas las emisiones en una fábrica a muchos kilómetros de la ciudad y en otra las emisiones están en la ciudad, donde respiran la gente y un impacto real en la salud”, explica.

En cuanto a la contaminación por extraer las tierras raras, Jorge Carmelo de Labra explica que los métodos de extracción no tienen que ser siempre dañinos para el medioambiente.

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El pueblo español que dio la espalda a la codiciada mina

Sin embargo, los habitantes de Campo de Montiel, una comarca de la provincia española de Ciudad Real, no quisieron jugar con sus recursos naturales por obtener el "oro de siglo XXI". Esta zona tiene un yacimiento de monazita, un fosfato de tierras raras que contiene pequeñas cantidades de torio y uranio, ambos radioactivos.

La empresa Quantum Minería había solicitado el permiso de explotación para abrir una mina a cielo abierto en la región, un lugar con una fauna autóctona única y protegida: el lince ibérico y el águila imperial, ambas especies en peligro de extinción.

Gracias a la oposición masiva de los habitantes de la región y un informe técnico que demostraba un impacto ambiental negativo, se consiguió detener el proyecto. "Se trata de una minería experimental, no hay apenas experiencia en Europa en tierras raras. La minería es necesaria, pero no se puede realizar en cualquier sitio", explica Luis Manuel Ginés, presidente de la asociación de Campo de Montiel, Sí a la Tierra Viva.

El profesor de geología Juan Diego Rodríguez-Blanco, destaca que es difícil saber sus efectos a largo plazo, principalmente peligrosos para los acuíferos de la zona, en animales y seres humanos.

Plataforma SI a la Tierra Viva
Manifestación en Campo de Montiel contra la mina de tierras raras.Plataforma SI a la Tierra Viva

Perspectivas de futuro

Las tierras raras parece que han llegado para quedarse y, aunque liberen nuestros coches de la tiranía de los combustibles fósiles, es posible que estemos sometiendo nuestro desarrollo tecnológico a un nuevo recurso finito.

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"Lo que es probable que se llegue a una escasez de algunas tierras raras específicas (las menos abundantes) durante temporadas, dentro de una o dos décadas, y que esto se traduzca en el desarrollo de minería de tierras raras en lugares como Groenlandia, por ejemplo", explica el profesor del Trinity College.

Por otra parte, el experto apunta a que se están desarrollando métodos de extracción que no conllevarán daños medioambientales tan serios, por ejemplo, reciclando o controlando el vertido de los ácidos que se emplean para la extracción (ácido sulfúrico) mediante otros productos que lo neutralicen o reutilizando el CO2 producido.

"Dentro de 10 años también puede ser que existan métodos de explotación y separación mucho más avanzados. De modo que en este sentido, el futuro es una incógnita", concluye

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