Jeremy Corbyn, el líder incómodo del ala izquierda del laborismo. Su elección al frente del partido fue una sorpresa. Popular y poco convencional, incomoda a las élites de su partido. Propugna renegociar el Brexit con Bruselas y un nuevo referéndum
PUBLICIDADPoco convencional, rebelde, populista, a Jeremy Corbyn se le define a menudo como un político del pueblo. Su elección en 2015 como líder laborista fue algo inesperado, incluso para él.
Su discruso contra la austeridad atrajo a los militantes más jóvenes y los que habían desertado del partido decepcionados por el Nuevo Laborismo de Tony Blair y Gordon Brown. Desde entonces, el ala moderada del partido ha intentado librarse de él, forzando incluso unas nuevas primarias en las que salió reforzado.
Tres décadas en el Parlamento
Jeremy Corbyn es un viejo lobo de la política británica. Después de una etapa como sindicalista, entró en el Parlamento hace más de 30 años. Defesor de los derechos de los trabajadores y de los servicios públicos, también es conocido por un antibelicismo que le ha acarreado bastantes problemas. En especial, cuando se opuso abiertamente la decisión de Tony Blair de invadir Irak.
Polémico discurso contra Israel
Son conocidas sus críticas contra Israel. De hecho, le han acusado de permitir que el antisemitismo se vuelva endémico dentro del partido laborista, algo que él niega. Críticas que se han exacerbado por no condenar siempre los actos de terrorismo.
Y, sin embargo, sigue siendo muy popular entre el electorado, como se pudo ver en las últimas elecciones, cuando consiguió remontar los 20 puntos de desventaja que auguraban los sondeos para quedarse a tan solo dos. No consiguió llegar al 10 Downing Street, pero su campaña fue todo un éxito.
Corbyn propone renegociar con Bruselas y un nuevo referéndum
El Brexit vuelve a poner a prueba a Corbyn. En el referéndum, hizo campaña a favor de la permanencia en la Unión Europea, pero de una forma desapasionada. Su planteamiento: el club comunitario no es perfecto , pero es mejor seguir dentro.
De cara a estas elecciones propone negociar un nuevo acuerdo con Bruselas y someterlo en un segundo referéndum. Una apuesta intermedia muy arriesgada, que le podría hacer perder votos tanto entre los euroescépticos como entre los europeístas.