Voluntarios llegados de todas partes del país ayudan estos días a los afectados por las inundaciones.
PUBLICIDADLa destrucción de la presa hidroeléctrica de Kajovka ha causado ya unos daños estimados en 1200 millones de euros.
Se trata sin duda de una cantidad enorme, aunque los habitantes de los asentamientos inundados de la región de Jersón no necesitan números. Lo comprueban cada día con sus propios ojos.
Y sí, las aguas han bajado, pero todavía hace falta mucha ayuda, y las labores de limpieza se antojan aún muy lejanas.
"Ahora podemos caminar", explica un residente, Oleksandr Mashukov, mientras nos enseña su casa. "Sin exagerar, todo esto era una capa de barro. Ahora he alquilado un apartamento en el piso de arriba. Para no agobiar a la gente de mi "gran" pensión".
Voluntarios llegados de todas partes del país ayudan estos días a los afectados por las inundaciones. Les llevan ropa, alimentos, artículos de higiene, detergentes en polvo, jabón... Las evacuaciones, por su parte, continúan para aquellos que no ven posible reanudar pronto una vida normal.
El drama de los agricultores
Para los agricultores de la zona, la rotura de la presa tiene una peligrosa consecuencia añadida: las minas terrestres colocadas por las tropas rusas han sido desplazadas por las aguas de la inundación.
Hasta ahora, los agricultores se las habían arreglado para limpiar ellos mismos las franjas de tierras de cultivo. Ahora sin embargo utilizan drones con los que fumigan y eliminan la vegetación para encontrar y retirar esas minas ocultas.
"Aquí había tanta maleza alta que no se veían las minas en absoluto", explica Denis, agricultor. "Este campo estaba totalmente minado a lo largo de dos kilómetros".
Por supuesto, el otro problema al que se enfrentan los agricultores es el de cómo regar sus cultivos. Sin la presa de Kajovka, tanto las máquinas de riego como los canales de suministro se quedan secos.
Según los agricultores, reconstruir y volver a llenar este embalse vital para tantos podría llevar diez años.