La presión internacional sobre el Gobierno de Maduro reabre entre los venezolanos en España el dilema del regreso, tras años de integración laboral y familiar.
Durante la última década, España se ha convertido en uno de los principales destinos de la diáspora venezolana. Han llegado ingenieros, especialistas en tecnología, profesionales del marketing, la logística o la construcción; perfiles cualificados que abandonaron su país empujados por la crisis política, económica y de seguridad que se arrastra desde hace años.
Hoy, en un contexto de mayor presión internacional sobre el Gobierno de Nicolás Maduro y de renovadas expectativas de cambio político, una pregunta vuelve con fuerza entre quienes rehicieron su vida en España: ¿Qué ocurriría si el régimen cae? ¿Volverían?
Ese interrogante se ha reactivado en los últimos meses en medio de una escalada de tensiones entre Caracas y Washington. Los cruces de acusaciones entre Nicolás Maduro y el presidente estadounidense Donald Trump, la retórica sobre una posible intervención de Estados Unidos en Venezuela, considerada poco probable pero recurrente en el discurso político, y las recientes operaciones contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico en el Caribe han vuelto a situar al país en el centro del debate internacional.
Mientras el chavismo denuncia una estrategia de asedio externo, la oposición insiste en que la raíz de la crisis sigue siendo interna. La respuesta entre los venezolanos asentados en España, sin embargo, rara vez es un sí o un no rotundo. Conviven la esperanza, el escepticismo y una realidad difícil de ignorar: la de una integración que, con el paso del tiempo, se ha vuelto profunda.
Sofía, una joven venezolana que vive en España desde hace más de una década, decidió abandonar su país en plena escalada de protestas y deterioro institucional. La historia de Sofía, que ha preferido usar un pseudónimo por miedo a posibles represalias del régimen venezolano, refleja la de muchos compatriotas que se vieron obligados a emigrar.
"Me despertaba, miraba las noticias y me ponía a llorar. Era un bucle", recuerda Sofía, que en aquel momento era estudiante de la universidad. La imposibilidad de continuar sus estudios con normalidad la empujó a emigrar y retomar su formación en España, donde hoy trabaja como autónoma en marketing digital.
Sofía, que asegura sentirse integrada, sigue manteniendo un vínculo emocional con su país, pero su posible regreso está lleno de condiciones. "Mi respuesta sería un sí condicionado. Hay unos mínimos (que deben cumplirse antes de volver). No podemos normalizar que no puedas caminar diez minutos sola de noche", explica a 'Euronews'.
Según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), cerca de 7,9 millones de personas han salido de Venezuela buscando protección y una vida mejor.
Una emigración beneficiosa para España
Para Carlos Malamud, investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano, la emigración venezolana ha sido heterogénea en su composición social y económica, pero claramente positiva para España. "Se trata de población joven, formada, dispuesta a trabajar, que produce, genera riqueza y paga impuestos", resume, en un país marcado por la baja natalidad.
Xavier de Abreu, ingeniero industrial residente en Madrid desde 2017, encarna ese perfil. En Venezuela llegó a cobrar el equivalente a 40 dólares mensuales (unos 34 euros) como ingeniero, una situación que hacía inviable cualquier proyecto de vida. En España, tras un inicio precario, se estableció en el sector logístico, donde trabaja desde hace más de siete años. "Nunca me he sentido discriminado, al contrario, siempre acogido", afirma.
Para él, la diferencia fundamental es la normalidad. "Aquí tienes estabilidad laboral, seguridad jurídica y libertad personal". Como hombre homosexual, subraya además que "España sí garantiza derechos que en mi país todavía no existen". Sobre un eventual cambio político en Venezuela, mantiene una esperanza prudente: "Nos han desilusionado tantas veces que cada ilusión nueva deja un sabor amargo".
Su dilema resume el de buena parte de la diáspora: "Mi cabeza dice que no puedo volver porque el sistema de salud no garantiza que pueda sobrevivir a una enfermedad. Pero mi corazón dice que sí".
Regresar o quedarse: una decisión marcada por la integración
Según Malamud, esa tensión entre lo emocional y lo práctico será clave si se produce una transición política en Venezuela. No todos los emigrantes reaccionarían igual. "Depende de por qué salieron, de cómo se insertaron en España y de las oportunidades reales que ofrezca una Venezuela en recuperación", explica. La experiencia internacional muestra que quienes emigraron por motivos políticos suelen plantearse más el regreso, mientras que quienes han logrado estabilidad laboral y familiar tienden a quedarse.
Es el caso de Carlos y Patricia, que llegaron a España en 2016 con sus hijos, empujados por la inseguridad. Hoy, con trabajos estables y sus hijos plenamente integrados, el regreso no entra en sus planes. "Vine para ofrecerle a mi familia otro futuro", relata Carlos, ingeniero en una gran empresa de infraestructuras española. "No creo que volvería, pero sí me gustaría participar en la reconstrucción del país desde mi experiencia profesional".
Patricia coincide. Tras años rehaciendo su vida laboral, admite que el vínculo con Venezuela se ha debilitado. "Salimos por nuestros hijos y no volveríamos sin ellos. Ya estamos hechos aquí. No me veo yéndome a pasar mi vejez allá".
¿Cómo afectaría su regreso a la economía española?
Un eventual retorno parcial de la diáspora tendría efectos también en España. La salida de profesionales cualificados podría notarse en determinados sectores, aunque Malamud descarta que el Estado deba intervenir para evitarlo. "Son decisiones individuales. España tampoco puso en marcha políticas específicas para atraerlos", señala, aunque reconoce que algunas empresas sí podrían intentar retener a perfiles estratégicos.
En última instancia, el futuro de los venezolanos en España no dependerá solo de la caída de un régimen, sino de algo más complejo: la capacidad de Venezuela para garantizar seguridad, derechos y oportunidades sostenibles en el tiempo. Hasta entonces, para muchos, España ha dejado de ser un país de paso para convertirse en el lugar donde, tras años de incertidumbre, han logrado algo esencial: una vida previsible.