La capital lituana ha estrenado el Lasisa, un barco eléctrico para 32 pasajeros que conecta zonas culturales, comerciales y residenciales a lo largo del río Neris.
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El transporte público europeo ha vivido una transformación en los últimos años gracias a la electrificación. En varias ciudades con puertos y canales, los nuevos transbordadores eléctricos de última generación se han convertido en una alternativa sostenible y atractiva para residentes y visitantes.
En Estocolmo, por ejemplo, el transbordador "volador" se desliza sobre el archipiélago de la capital a mayor velocidad que su homólogo diésel. El mes pasado, Vilna, capital de Lituania, incorporó a su red de transporte fluvial sus primeros barcos de pasajeros totalmente eléctricos, presentados como el primer servicio regular de este tipo en Europa.
Aunque ya existen transbordadores eléctricos en otras ciudades, como los que operan en el puerto de Copenhague, el lituano Lasisa navega por el histórico río Neris que atraviesa la ciudad. En Hamburgo, el HADAG recorre el Elba con un sistema híbrido, mientras que en Budapest, el ferry D14 sigue funcionando con gasóleo en el Danubio.
"Estamos muy orgullosos de este proyecto, porque hemos analizado Europa y nadie había hecho algo similar", señaló Loreta Levulyte-Staskeviciene, directora general de JUDU, la empresa pública de movilidad de Vilna.
El barco, compacto y de diseño innovador, puede transportar hasta 32 pasajeros. A diferencia de los modelos que flotan sobre la superficie, se desplaza cortando el agua, lo que lo hace más eficiente energéticamente. Su ruta por el Neris conecta zonas residenciales, áreas comerciales y lugares de interés cultural.
El alcalde, Valdas Benkunskas, confía en que esta iniciativa contribuya a redescubrir el valor del río: "Todos los días pasamos junto al Neris, pero rara vez pensamos en lo hermoso que es. Este proyecto ayudará a devolverle protagonismo a nuestra ciudad".
Una apuesta ecológica
Vilna fue elegida como Capital Verde Europea en 2025 y el Lasisa refuerza esa proyección. Su huella de carbono se estima entre 11 y 16 gramos de CO2 por pasajero-kilómetro, claramente inferior a los 20-40 gramos que genera un autobús diésel en la ciudad.
Los billetes se integran en el mismo sistema que el resto del transporte público: un viaje sencillo de 90 minutos cuesta 3 euros si se compra por adelantado a través de la app municipal, o 4 euros a bordo.
Algunos vecinos ya ven el servicio como una forma distinta de disfrutar la ciudad. "Si trabajas en el centro, puede ser una manera romántica de ir al trabajo o de despejarse después de la jornada", comenta Polina Ruginiene, residente de Vilna.
Escepticismo y futuro
Otros, sin embargo, piden cautela. El ministro saliente de Medio Ambiente, Povilas Poderskis, señaló que se debe ser realista con el impacto ambiental: "Si lo llamamos transporte público, pero es más lento que caminar… no estamos siendo del todo honestos. Es un buen experimento, y me gustan los experimentos, pero sigo siendo escéptico".
El barco navega a una velocidad de 7,5 km/h, superior a los 5 km/h de servicios similares en otras ciudades, según datos del departamento de transporte público. De momento, Vilna ya ha encargado otras dos embarcaciones, actualmente en construcción en Letonia, con las que espera ampliar su nueva red fluvial eléctrica.