PUBLICIDADBienvenidos de nuevo a ‘Ther Corner’, edición especial Mundial de Brasil. Falta poco más de una semana para que suene el silbato y comience el esperado torneo. Esperado, pero también catastrófico para muchas personas.
Durante más de un año, los brasileños se han echado a la calle para protestar contra la Copa del Mundo.
Las manifestaciones comenzaron ya en la última edición de la Copa Confederaciones, ensayo general previo al Mundial que también se celebró en Brasil. Cientos de ciudades se llenaron de protestas por el dispendio excesivo en la preparación de las competiciones. Los protestantes reclamaban más inversión en educación y sanidad y menos en los nuevos estadios e infraestructuras. Desde entonces y hasta ahora, esas manifestaciones se han incrementado con protestas dentro del sector de los transportes, también de los obreros, de la población autóctona desplazada y marginada social y económicamente, de los defensores del entorno natural… Un amalgama de discordancias que amenaza con estallar en plena competición. El Gobierno, mientras, ha decidido reforzar la seguridad para evitarlo.
Pero no son solo las manifestaciones. Los retrasos en los trabajos han traído consigo muchas polémicas. Algunos estadios se han terminado sobre la bocina y las dudosas condiciones de seguridad han originado varias víctimas mortales entre los obreros.
Hasta ocho fallecidos entre los trabajadores desde que comenzaron las obras. El último hace menos de un mes por una descarga eléctrica en el Arena Pantanal de Cuiabá. Otros tres obreros fallecieron durante los trabajos del Arena Corinthians, en Sao Paulo; tres en la Arena Amazonia, en Manaos, y uno en el estadio Mané Garrincha, en Brasilia. Hechos que han obligado a las autoridades a paralizar las obras en las instalaciones afectadas hasta garantizar unas buenas condiciones de seguridad. Esto, a su vez, ha contribuido a aumentar el retraso en las finalización de las obras. En cuanto a las infraestructuras, el último problema grave fue la inundación, por las fuertes lluvias de hace un par de semanas, del aeropuerto de Manaos, una ciudad a la que no se puede acceder por carretera convencional.
Todas las selecciones preparan su aterrizaje en Brasil pero, ¿están sus hoteles listos para recibirlas? Eso parece, aunque Italia o Inglaterra no estén muy de acuerdo con esto.
La alarma saltaba la semana pasada en los ‘cuarteles generales’ de italianos e ingleses. En el hotel en el que se alojará el combinado de Prandelli, en Rio de Janeiro, se encontraron 26 kilos de comida caducada y otros 24 sin fecha de caducidad visible: pasta, carne o pescado, alimentos básicos en las dietas de los deportistas. En el de Inglaterra la situación no fue tan caótica y ‘sólo’ se hallaron algo más de dos kilos de comida en condiciones no aptas. Las autoridades se mostraron sorprendidas y dispuestas a sancionar a los establecimientos. Pero, por si acaso, la mayoría de selecciones han optado por llevar a Brasil su propia comida.
No es solo una cuestión de riesgo para la salud de los jugadores. Con Brasil abarrotada de turistas, las probabilidades de infecciones virales se han incrementado.
El dengue se presenta como la principal amenaza para los turistas. A pesar de que las cifras de contagio de esta enfermedad, en un porcentaje muy bajo fatal, han disminuido, en el último año aún se han registrado 320.000 nuevos casos. Este virus se contagia por las picaduras de los mosquitos y las condiciones climatológicas de Brasil, sobre todo en las ciudades del norte, son favorables. Otras preocupaciones sanitarias tienen que ver con la enfermedad de Chagas, la fiebre amarilla o incluso el VIH. Se recomienda a los turistas viajar vacunados y el Gobierno repartirá de forma gratuita millones de preservativos.
La Copa del Mundo genera mucho dinero, eso está claro. Pero también para aquellos negocios menos limpios, como el del narcotráfico.
Hace solo unos días, las Fuerzas Armadas brasileñas llevaban a cabo una operación en las fronteras del país en las que se incautaron 32 toneladas de marihuana y 121 kilos de cocaína dispuestos a ser distribuidos. Los dispositivos militares en los puntos clave de acceso para el narcotráfico se han reforzado en una operación que recibe el nombre de Ágata 8 y que se mantendrá activa hasta que termine el Mundial. Brasil pasa por ser uno de los países sudamericanos con mayor índice de consumo de drogas y con la llegada de turistas el negocio del narcotráfico se frota las manos. El reto del Gobierno es minimizar sus efectos.
Por ahora ‘The Corner’ termina. Nos vemos el próximo lunes para nuestra última entrega antes del saque inicial en Sao Paulo.