30 años de la tragedia de Heysel

30 años de la tragedia de Heysel
Por Francisco Garcia Martin
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Este viernes se cumplen treinta años de la tragedia de Heysel, un drama evitable que en 1985 acabó con la vida de treinta y nueve personas y dejó más

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Este viernes se cumplen treinta años de la tragedia de Heysel, un drama evitable que en 1985 acabó con la vida de treinta y nueve personas y dejó más de seiscientos heridos.

El 29 de mayo de aquel año, Liverpool y Juventus se enfrentaban en la final de la Copa de Europa. El club inglés defendía el título y la escuadra italiana amenazaba su hegemonía europea. Era la época más dura de los ultras, grupos de radicales con un gran poder dentro de los clubes, que en muchos casos recibían financiación de las directivas. Los ánimos entre birtánicos e italianos estaban enrarecidos desde el año anterior, cuando el Liverpool peridó la final del trofeo continental frente a la Roma en el estadio Olímpico. Aquel encuentro, terminó con graves enfrentamientos entre las aficiones rivales. Y varios hinchas ingleses tuvieron que ser atendidos por navajazos y contusiones.
En enero, la Juve y el Liverpool disputaron la Supercopa y ganó el conjunto italiano. Las facciones más violentas de los hinchas del Liverpool querían la revancha, tanto dentro como fuera del terreno de juego.

Causas:
El día de la tragedia, las autoridades belgas habían distribuido a los ultras de uno y otro equipo en los fondos del estadio, que por aquel entonces no tenían plazas de asiento. Y como los hinchas ingleses eran inferiores en número, se asignó un tercio de su fondo para el público neutral. Luego se supo que centenares de tifosi italianos consiguieron acceder a la zona z (neutral) del graderío. Algunos obtuvieron sus entradas en el mercado negro. Y otros se colaron en el estadio antes de que comenzara el choque.

A las siete de la tarde, una hora antes de que comenzara el choque, ambas aficiones comenzaron a lanzarse piedras y botellas, separadas por una valla de alambre, mientras los escasos efectivos de la policía belga encargados de la seguridad asistían impotentes al comienzo de la refriega. Cuarenta y cinco minutos más tarde, los “hooligans” del Liverpool cargaron contra la valla de separación. La protección se derrumbó como un muro de papel y el pánico se apoderó de los aficionados de la zona z. En cuestión de segundos, una marea de espectadores se precipitó contra los muros de piedra que separaban el fondo de la tribuna. Algunos consiguieron saltar al campo, pero cientos quedaron atrapados. Todos los fallecidos murieron por asfixia y aplastamiento. Pese a todo, el partido se jugó. Comenzó con una hora y media de retraso y la Juventus ganó su primera Copa de Europa gracias a un penalti inexistente que transformó Michel Platini.

La UEFA culpó de lo sucedido a los hinchas ingleses y la justicia condenó a 14 de ellos por homicidio involuntario. Algún tiempo después, tras una investigación exhaustiva que duró dieciocho meses, la juez belga Marina Coppieters responsabilizó también a las autoridades y a la policía belga.

En su escrito, Coppieters subraya que el estadio de Heysel tenía muchas deficiencias. Fue construido en 1920 y, según la magistrada, no había sido mantenido adecuadamente. De hecho, los muros exteriores habían sido perforados a martillazos y permitían acceder al recinto a espectadores sin entrada que excedían el aforo permitido. Los escombros de esos muros sirvieron además de proyectiles durante la refriega. Por no hablar de la valla de alambre que separaba las zonas rivales y que era completamente insuficiente en opinión de la jueza.

La investigación reveló también que se habían vendido entradas falsas y otras legítimas a hinchas italianos que, en teoría, debían ocupar el otro extremo del campo. En total, había 10.000 personas más de las permitidas en el estadio. Todo indica, que las autoridades lo sabían, pero prefirieron que los radicales accedieran al estadio para evitar desórdenes en la vía pública. El presidente de la Federación de Fútbol belga, Albert Roosens, fue condenado en 1988 a seis meses de prisión que nunca llegó a cumplir.

En cuanto a la policía, el informe judicial concluye que el dispositivo era a todas luces insuficiente, tanto por el número de efectivos movilizados como por el equipamiento que les había sido asignado. Los riesgos de un encuentro de tal envergadura no fueron bien evaluados, ya que sólo se desplegaron cinco agentes para separar las zonas x (inglesa) y z (neutral, pero ocupada también por hinchas italianos). El responsable de la seguridad, Johann Mahieu, sería encarcelado años más tarde por negligencia criminal.

Consecuencias:
El drama de Heysel conmocionó a la opinión pública. No fue la mayor tragedia acaecida en un estadio de fútbol hasta la fecha, pero sí la primera que fue televisada en directo. Millones de personas en todo el mundo vieron con horror lo que estaba ocurriendo en la final de la Copa de Europa belga.

Como sanción, la UEFA decidió suspender durante seis años al Liverpool de las competiciones continentales y durante cinco al resto de clubes ingleses. Y todo ello con la aprobación del gobierno que por entonces dirigía Margaret Thathcher.

Esa condena desencadenó una crisis monumental en el fútbol inglés, que perdió la hegemonía europea tras siete años en lo más alto. La prohibición tenía además consecuencias económicas difíciles de soportar para los grandes clubes. Sin presencia en las competiciones europeas, los patrocinios, los derechos televisivos y los ingresos por publicidad se desplomaron. Y muchos de los grandes jugadores y entrenadores mundiales abandonaron la Premier.
La imagen de los aficionados británicos quedó por los suelos. Y se sentaron las bases para prohibir la entrada de los hooligans en los estadios, aunque hasta cuatro años más tarde, cuando sucedió la tragedia de Hillsborough (96 muertos), no se aprobaron medidas concretas.

A nivel internacional, la catástrofe de Heysel aceleró la aprobación de una nueva regulación en materia de seguridad. Con el tiempo, se prohibirían los fondos sin asientos, se eliminarían las vallas protectoras, se establecerían corredores de seguridad entre hinchadas rivales y se evitaría que estas pudieran coincidir, tanto dentro como fuera del estadio. Se establecería un procedimiento para evluar el riesgo de cada partido y se controlarían los objetos que se podían introducir en un terreno de juego, además de instalar cámaras de videovigilancia en los estadios.

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