Nicola Thorp, una joven británica enviada a casa por negarse a trabajar con tacones, ha cosechado un éxito inesperado con su campaña de recogida de
Nicola Thorp, una joven británica enviada a casa por negarse a trabajar con tacones, ha cosechado un éxito inesperado con su campaña de recogida de firmas contra esta medida sexista. “Los empresas pueden imponer diferentes códigos de vestimenta para hombres y mujeres, algo que está bien siempre que ese código no favorezca a uno de los sexos. Mi tesis es que al hacer que las mujeres usen tacones, eso actúa favorablemente hacia los hombres, porque su calzado no afecta su postura ni su capacidad para moverse”, explica.
La petición lanzada por Thorp para que el Gobierno declare ilegal que una empresa exija a las mujeres usar zapatos de tacón alto en el trabajo ya suma más de 100.000 firmas. Una cifra que, según la ley, convierte este caso en un tema de debate parlamentario.
“En este tipo de situación, la ley nunca puede cubrir todas las eventualidades. Como sociedad cambiamos y evolucionamos todo el tiempo, por lo que corresponde a los jueces interpretar esa ley para asegurar que responda a nuestra sociedad actual”, asegura Rebecca Tuck, experta en derecho laboral.
La empresa que contrató a Thorp como recepcionista se defiende asegurando que la joven había firmado un “código sobre indumentaria”. Ahora, después de esta exitosa campaña, se muestra dispuesta a revisar estas normas.