El más sangriento fue cometido en la capital iraquí, mientras fieles chiíes conmemoraban la festividad religiosa de la Ashura.
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El más sangriento fue cometido en la capital iraquí, mientras fieles chiíes conmemoraban la festividad religiosa de la Ashura. Un suicida penetró en la carpa e hizo estallar la carga adosada a su cuerpo matando a 40 personas e hiriendo a unas sesenta. El ataque fue reivindicado por el grupo Estado Islámico.
Los otros dos tuvieron lugar al norte de Bagdad. Uno, contra un puesto de control cercano a la ciudad de Tikrit en el que murieron ocho policías y once resultaron heridos.
El otro fue perpetrado contra la familia de un líder de la milicia Ishaqi, cuando este se encontraba fuera de casa. Varios hombres armados asesinaron a su mujer y a tres de sus hijos.
Esta escalada de la violencia se produce cuando las tropas iraquíes se preparan para lanzar una ofensiva para recuperar la ciudad de Mosul, en manos de los yihadistas desde hace más de dos años.