Irán ya no cree que queden más supervivientes entre los escombros después del terremoto que ha dejado al menos 450 muertos y más de 7000 heridos.
En Irán, ya han dejado de buscar víctimas entre los escombros, las autoridades no creen que pueda quedar nadie con vida. El violento terremoto, de 7,3 grados, que sorprendió en mitad de la noche a la población de la provincia de Kermashah, fronteriza con Irak, ha dejado al menos 450 muertos y más de 7300 heridos.
Pese al intenso frío en la región, miles de familias han tenido que volver a pasar otra noche al raso o en tiendas de campaña. Varios pueblos y aldeas, sobre todo los que tenían antiguas casas de barro, han quedado arrasados. La electricidad todavía no se ha restablecido en algunas zonas y la población tiene miedo de volver a sus casas debido a las réplicas.
Los hospitales de la región se han visto desbordados y cientos de heridos, en estado crítico, han sido trasladados a centros médicos de Teherán. El guía Supremo iraní, Alí Jamenei, ha ordenado al Gobierno y a las fuerzas armadas que movilicen todos los medios disponibles para ayudar a la población.
En el vecino Irak, el daño ha sido menor. Aún así, el terremoto dejó ocho muertos y más de 330 heridos.
