“Fue como un tsunami”. Así describen los vecinos de tres localidades del oeste de Atenas la enorme tromba de barro y piedras que el miércoles arrasó casas y comercios, convirtió las calles en ríos y segó la vida de al menos 16 personas. Algunas víctimas se vieron atrapadas en sus casas, como dos octogenarios ahogados en una planta baja. Otras, cuando caminaban por la calle o estaban en sus vehículos. Los cuerpos de dos hombres aparecieron flotando en el mar, junto al puerto de Eleusis, hasta donde el agua les había arrastrado.
La riada fue provocada por las lluvias torrenciales caídas el miércoles por la mañana. En algunos puntos, el agua llegó a alcanzar los dos metros de altura.
“Quiero expresar mi profundo pesar y sinceras condolencias a las familias de las víctimas. Prometo apoyarles con todos los medios a nuestra disposición ‘’, dijo el primer ministro griego. Alexis Tsipras también ha ordenado que se abra una investigación para esclarecer las causas de la tragedia.
La alcaldesa de Mandra, la localidad más afectada, ha definido lo ocurrido como un “desastre bíblico”. En Néa Péramos hay un millar de viviendas inundadas, un tercio de la ciudad. La tercera población dañada es Mégara.
Los bomberos recibieron cientos de llamadas de urgencia y rescataron a decenas de personas, 12 de ellas atrapadas dentro de un autobús. Un día después, los vecinos hacen frente como pueden al lodazal que ha venido a invadir sus vidas.
