El empresario turco Fatih Yasar huyó de su país en una lancha hinchable junto a dos familias, que perecieron ahogadas de camino a Grecia. Entre las víctimas había tres niños a los que Fatih no logró salvar. Una traumática experiencia que tardará en superar.
PUBLICIDADFatih Yasar consiguió salir vivo del naufragio de la patera en la que huía a Grecia el pasado día trece.
Mucha menos suerte tuvieron tres niños y sus padres, compañeros en esta terrible travesía, que desaparecieron en las heladas aguas del río Evros, en la frontera entre Turquía y Grecia.
Este joven empresario turco había sido detenido tras el intento de golpe de estado contra el presidente Recep Tayip Erdogan de 2016. Fue acusado de ser partidario del clérigo Fethllah Gülen, a quien el líder turco culpó de la asonada. Tras catorce meses en la cárcel, decidió abandonar su país y contactó con una red de tráfico de personas.
"Todo ocurrió muy rápido. No entendía lo que pasaba. Cuando nos caímos al agua, estaba tan fría que parecía que una flecha nos atravesaba el corazón. No podía moverme. El agua fría era insoportable. Tragué un poco un par de veces. Mientras el bote se hundía, solo escuchaba una voz gritando "Oh, Dios mío".
Viajaban con él dos profesores que escapaban junto a sus esposas y sus tres hijos de entre dos y once años. También les acompañaba uno de los traficantes, que huyó del lugar sin prestarles ayuda.
"Lloré mucho. Sigo pensando que no fui capaz de salvar a los niños. Esos niños podían haber sido mi propio hijo. Antes del accidente había llevado a uno de ellos sobre mis hombros. ¿Y ahora qué?
Fatih Yasar se ha instalado con unos amigos en Atenas tras pedir asilo político en Grecia. Su esposa y su hijo de dos años están aún en Turquía.
"Estos viajes implican numerosos peligros, pero estas personas no tienen alternativa. En su país han sido estigmatizados como gulenistas y para ellos no hay futuro allí. Los turcos contrarios al presidente Erdogan que consiguen escapar temen por la integridad de sus familias que se quedan en casa".