Se cumplen cinco años de la elección en cónclave del pontífice argentino.
En una lluviosa tarde de marzo de 2013, los cardenales, reunidos en cónclave en la Capilla Sixtina, se preparaban para anunciar tras la quinta votación, la designación del primer papa latinoamericano de la historia.
Desde ese momento, el argentino Jorge Mario Bergoglio -auto rebautizado Francisco, en honor al patrón de los pobres, santo de Asís- ha demostrado su voluntad de que su papado tenga resonancia y sea recordado.
Su pontificado está lleno de gestos hacia aquellos sectores de la sociedad tradicionalmente rechazados en el seno de la Iglesia Católica.
Por ejemplo, tendió la mano a los divorciados, en su exhortación apostólica "Amoris Laetitia" ("La alegría del amor", 2016).
En el documento, que suscitó críticas en los sectores más conservadores del catolicismo, el papa planteaba que los divorciados pudieran volverse a casar, tras el estudio y discernimiento de su caso.
En esa misma exhortación, Francisco defendió el respeto hacia los homosexuales, aunque subrayó que sus uniones no pueden ser consideradas matrimonio.
Recordada es su respuesta sobre este tema a su regreso de su primer viaje al extranjero, Brasil, en julio de 2013: "Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?", puntualizó.
El papa también ha animado a amamantar a las mujeres en público durante un bautizo colectivo en la Capilla Sixtina: "Si tienen hambre, denles el pecho, sin miedo, denles de comer, también esto es un lenguaje de amor", afirmó.