El alivio y la euforia han dado paso a la polémica en Argentina después de que el ministro de Defensa afirmara que es prácticamente imposible reflotar el Ara San Juan. El submarino, que desapareció hace un año con 44 tripulantes, ha sido localizado a 900 metros de profundidad y 500 km de la costa.
PUBLICIDAD"La verdad no puede quedarse para siempre en el fondo del mar". Es el mensaje que han llevado a la Base Naval de Mar del Plata decenas de familiares de los 44 tripulantes del submarino argentino ARA San Juan después de que el ministro de Defensa enfriara la euforia desatada tras descubrimiento del pecio el pasado sábado al afirmar que no hay medios técnicos para reflotar la nave.
"Ahora yo estoy reclamando que refloten el submarino. Yo necesito una prueba de mi esposo. Yo necesito algo de él. Es la única forma para que yo pueda descansar y que él descanse en paz, y para que yo pueda darle una respuesta a un niño de ocho años que sigue esperando a su papá", decía Andrea Mereles, esposa de uno de los desaparecidos.
Fabricado en Alemania en 1985 y restaurado en Argentina en 2014, el Ara San Juan desapareció de los radares el 15 de noviembre de 2017 a las pocas horas de zarpar desde el puerto de Ushuaia en dirección a Mar del Plata. El ministro de Defensa cree que la nave implosionó. Tras meses de búsqueda infructuosa, el Gobierno encargó la tarea a la empresa privada estadounidense Ocean Infinity, a la que deberá pagar siete millones y medio de dólares. La nave, que pesa 2.300 toneladas, reposa en una hondonada a 900 metros de profundidad y a 500 km de la costa.
La jueza encargada del caso, que ha dejado en manos del Ejecutivo la espinosa decisión de reflotar o no el submarino, dispondrá de casi 70.000 filmaciones y fotografías tomadas por el Ocean Infity para realizar la investigación.