El Camino de Santiago tiene algo que contagia: un sentimiento europeo que se respira desde antes de que fuese declarado primer Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa en 1987.
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El Camino de Santiago tiene algo que contagia: un sentimiento europeo que se respira desde antes de que fuese declarado primer Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa en 1987. Al menos, parece que consigue que los peregrinos tengan muy presente cuándo votar en estas elecciones
"A la vuelta, nosotros vamos a votar a la vuelta", apunta un peregrino francés. "En Italia se va a votar el domingo", recuerda otra italiana.
Durante cientos de años sus distintas arterias han conectado a peregrinos de todo el mundo como si fuese la calle Mayor del Viejo Continente. En ella los peregrinos se dan cuenta de que en el presente de Europa aún hay piedras.
"Yo que fui emigrante en los años 66, nos sentíamos excluidos, pero no tanto como ahora" señala una de las peregrinas. "El camino de Europa es muy difícil", dice otro.
La solución la da el propio viaje que hace cada uno lejos de sus fronteras. "Lo que necesitamos en este momento es más colaboración y unión que fractura y desunión, mirar al frente" cuenta uno de los peregrinos.
El Camino de Santiago, como cordón umbilical de Europa, nos conecta con nuestra historia para que nos demos cuenta de los problemas del presente y hoy adquiere importancia simbólica en la difícil construcción política de la Unión Europea.