Las víctimas eran prisioneros de un campo de detención y fueron ejecutados después de que les dijeran que iban a liberarlos. Ocurrió en agosto de 1992.
En Bosnia han tenido que esperar 27 años para enterrar a los suyos: 86 musulmanes ejecutados por serbobosnios en el primer año de la guerra en el país balcánico. Las víctimas eran prisioneros de un campo de detención y fueron ejecutados después de que les dijeran que iban a liberarlos. Ocurrió en agosto de 1992.
"Estamos enterrando al hermano de mi esposa. Este joven y yo estuvimos retenidos en el mismo campamento. No tiene parientes vivos, así que decidimos llevar su ataúd”, señala Sadumovic Salko, familiar de una de las víctimas.
Los cadáveres de las víctimas fueron recuperados tras extraer unas rocas que los policías serbobosnios lanzaron para tratar de ocultar la masacre. Su hallazgo ha destapado historias como la de Armin. "Esta es una experiencia difícil que mi esposa y yo estamos compartiendo. Ella tenía 6 años cuando perdió a su padre, y quería cogerle de la mano En el depósito de cadáveres sostuvo los huesos de su padre, Agarró los huesos de su mano ".
Solo una docena de hombres de un grupo de cerca de 200 sobrevivieron a la masacre, fingiendo estar muertos e incluso llegando a dejarse caer por el barranco, que tiene una profundidad de 100 metros. Once expolicías serbobosnios fueron condenados por esta matanza.
El funeral masivo ha sido ignorado por los serbobosnios, que niegan que sus fuerzas fueran responsables de asesinatos masivos, expulsiones y detenciones de civiles y rechazan los veredictos de los tribunales de guerra nacionales e internacionales.
