Tras un año de confinamientos, cierres y toques de queda, Euronews pulsa la opinión y el estado anímico de los ciudadanos europeos.
PUBLICIDADLa crisis del COVID-19 ha obligado a los europeos a vivir bajo una serie de restricciones prácticamente impensables antes de la llegada de la pandemia. Los confinamientos impuestos a lo largo del último año han sido toda una prueba de fuego para unos ciudadanos para los que la libertad de movimiento siempre ha sido algo incuestionable.
¿Hasta qué punto hemos sido obedientes? En colaboración con Redfield and Wilton Strategies, Euronews ha medido la opinión de cuatro países al respecto.
Así, a la pregunta de si cree que los habitantes de su zona cumplen realmente las normas impuestas por su Gobierno, alemanes y británicos consideran que sí, aunque lejos de una mayoría abrumadora, un 61%, mientras que tan solo la mitad de los franceses e italianos opinan igual.
Al ser preguntados sobre las restricciones en sí y el impacto de las mismas, las opiniones son más diversas. Casi dos tercios de los británicos encuestados consideran que estas son más útiles que perjudiciales. Una opinión compartida por algo menos de la mitad de los italianos y alemanes. El 47% de los franceses, si embargo, cree que las restricciones han sido en verdad más perjudiciales que útiles.
Cansancio generalizado
Desde luego y por norma general, las restricciones actuales quedan muy lejos de las impuestas hace un año, en un esfuerzo de los Gobiernos de no ahogar tanto a una población ya saturada de prohibiciones. Al ser preguntados sobre las restricciones vigentes, tanto alemanes como británicos e italianos las consideran mayoritariamente correctas, ni demasiado relajadas ni demasiado restrictivas. Cuatro de cada 10 franceses opinan por su parte que estas normas no son suficientemente estrictas, si bien otro 34% asegura todo lo contrario.
El estado anímico de los ciudadanos ante tantos confinamientos y cierres también varía dependiendo del país. Más de la mitad de los alemanes, franceses y británicos encuestados aseguran estar ya acostumbrados a tener que respetar confinamientos, aceptar cierres y cumplir horarios. No pueden decir lo mismo los italianos, que en un 57%, reconocen estar hartos de una situación que, con sus altos y bajos, dura ya un año.
Los signos de cansancio son cada vez más en múltiples ciudades de Europa, y aunque de momento no es algo generalizado sí que ha puesto en alerta a los distintos Gobiernos, los cuales tratan de guardar el justo equilibrio entre la contención de la pandemia y la necesidad imperiosa de volver a la vieja normalidad.