La República Checa y el Kremlin han entrado en una espiral de desencuentros, que ha incluido expulsiones de diplomáticos de uno y otro lado.
PUBLICIDADLa embajada de Rusia en Praga ahonda la crisis entre los dos países. Las autoridades checas quieren que la legación devuelva una parte de los cinco mil metros cuadrados que ocupa en la actualidad.
El ministerio de Exteriores del gigante eurasiático se ha referido a los acuerdos entre las extintas Unión Soviética y Checoslovaquia de los años 70 y, ante cualquier movimiento, ha amenazado con una respuesta proporcional en la embajada checa de Moscú.
La versión de Praga es muy diferente. Los terrenos son parte de la ocupación desencadenada por el Pacto de Varsovia de 1968 que agrupaba a todo el bloque comunista bajo el radar del Kremlin.
La decisión del Ayuntamiento de la capital checa de poner el nombre del político Boris Nemtsov y la periodista Anna Politkovskaya, ambos asesinados y opositores del presidente Vladímir Putin, a dos lugares de la ciudad también ha obstaculizado una relación más fluida entre ambos países.
Por otro lado, la pasada semana el Gobierno checo anunció la expulsión de 18 miembros de la embajada rusa considerados espías y responsables de una explosión en 2014 en un deposito de municiones por la que murieron dos personas. Un día después, Rusia dio 24 horas a veinte diplomáticos checos para que abandonaran el país.