En el sureste de Rumanía, Mihail, un joven de 21 años, sueña con restaurar por completo una antigua casa lipovana y mantener viva la tradición cultural de ese grupo étnico de ascendencia rusa mediante prácticas sostenibles.
PUBLICIDADEn el delta del Danubio, justo al otro lado de la frontera con Ucrania, se encuentra el pequeño pueblo rumano de Chilia Veche. Sus coloridos edificios son llamativos, pero hay más de lo que parece a simple vista.
Hace casi 400 años, los lipovanos, un grupo étnico eslavo de origen ruso, emigraron a la región, tras una escisión de la iglesia rusa. Su presencia cultural sigue vigente hasta el día de hoy, incluida su huella en la arquitectura.
Mihail Popescu, de 21 años, está restaurando una antigua casa lipovana. "Nuestra ambición no era adaptarnos a las condiciones materiales de la época y no queríamos traer hormigón, ni queríamos traer hierro, ni tampoco todos estos materiales modernos, sino mantener viva la tradición tanto como fuera posible. Hemos aprendido a trabajar con materiales orgánicos, con tierra, con juncos", dice a 'Euronews Rumanía'.
En la pequeña obra, el señor Nicolae, artesano y especialista en estructuras de casas sostenibles, está trabajando en algo especial. "¡Esto es arte! Aquí mismo", exclama, antes de explicar: "Con este estiércol de caballo que pasamos por este tamiz, así es como lo hacemos. No es un trabajo fácil, pero estamos acostumbrados al trabajo duro en el campo. Y, muy importante, tenemos que trabajar con arcilla. Todo está hecho con este tipo de material".
El objetivo de Popescu es preservar la historia lipovana mediante prácticas sostenibles. Algún día, espera poder recibir también turistas en el pueblo.