Lahaina se asemejaba a una ciudad fantasmal y calcinada. Cada calle, cada manzana de esta localidad hawaiana estaba reducida a cenizas, dejando vecindarios enteros devastados. Ocasionalmente, los residentes pasaban en automóviles buscando vestigios de sus hogares o rescatando pertenencias para sus vecinos, mientras una pesada quietud envolvía lo que antes era el animado corazón de Maui.
Street Front yacía en ruinas, con negocios y estructuras transformadas en montones de escombros irreconocibles. Incluso el icónico baniano que adornaba la calle, solía llenarse de cantos de pájaros, ahora permanecía ennegrecido y silencioso.
