Desde el regreso de las celebraciones públicas de Navidad en pueblos de toda la provincia de Idlib hasta las calles más silenciosas y con un fuerte despliegue de seguridad de Damasco, Siria celebra su segunda Navidad desde la caída del régimen de Al Asad, marcada por nuevas libertades junto a las cicatrices perdurables de la guerra.
Las luces navideñas iluminan la Ciudad Vieja de Damasco, donde un visible despliegue de seguridad acompaña unas celebraciones discretas entre la comunidad cristiana de la ciudad.
Se cree que la comunidad cristiana de Siria se ha reducido de un millón en 2011, cuando comenzó la guerra, a unas 300.000 en la actualidad, y muchos han buscado refugio en el extranjero.
