No ha podido ser.
No ha podido ser. A pesar de estar reunidos durante nueve horas, los jefes de la diplomacias rusa y estadounidense no han logrado ponerse de acuerdo en Ginebra sobre un nuevo cese de hostilidades en Siria que permita el envío de ayuda humanitaria a zonas asediadas como Alepo, que sufre el castigo constante de las fuerzas de Bachar al Asad.
“No queremos un acuerdo por el mero hecho de tenerlo”, explicaba John Kerry. “Queremos algo eficaz y que funcione para Siria, que haga la región más estable y segura, y que nos permita sentarnos en Ginebra para encontrar una solución política”.
A la desconfianza mutua entre rusos y estadounidenses se suma la opinión radicalmente distinta que ambas partes tienen sobre la suerte de Bachar al Asad.
“Hemos acordado las áreas específicas sobre las que vamos a trabajar con las partes. Rusia con el gobierno sirio y Estados Unidos con la oposición”, añadía Serguéi Lavrov.
Irán también ha mostrado su determinación a seguir apoyando a Bachar al Asad. Los aliados del presidente sirio consideran que sin él, Siria podría correr la misma suerte que Libia tras el derrocamiento y la muerte de Muamar el Gadafi.