La pesadilla de alquilar en Barcelona

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Los problemas en el mercado de la vivienda parecen no tener fin en España, un país que capeó una crisis financiera a raíz del estallido de una burbuja…

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Los problemas en el mercado de la vivienda parecen no tener fin en España, un país que capeó una crisis financiera a raíz del estallido de una burbuja inmobiliaria. Esta vez se trata del mercado del alquiler, que ha sufrido un aumento de precios hasta máximos históricos, sobre todo en las grandes ciudades.

Lidera esta subida Barcelona, cuyos precios aumentaron un 16,5% en 2016, según el portal inmobiliario Idealista.

La reforma de la ley del alquiler del 2013 redujo los plazos de vencimiento de los contratos de cinco a tres años. “Es una ley que da mucha inseguridad a los inquilinos. Los contratos de hace tres años vencen y en la renovación se incorpora el incremento de precio”, dice Carles Donat, jefe del ámbito de vivienda en el Instituto de Estudios Metropolitanos y Regionales de Barcelona.

Aquellos que se ven obligados a cambiar de piso se encuentran con una demanda voraz y unos pisos que duran horas en el mercado. Es el caso de Rodolfo Chacón, mozo de una empresa de entretenimiento, a quién el pasado octubre se le comunicó, con sólo quince días de antelación, que su alquiler aumentaba de 500 a 850€.

Con su sueldo Rodolfo creía imposible pagar el alquiler y, junto a su mujer, que ahora se está formándose, mantener a sus dos hijas. “Fueron siete meses de terror”, dice Rodolfo del tiempo que le costó encontrar una vivienda adecuada.

Un cambio cultural

Es España está muy asentada la concepción de la vivienda en propiedad como una inversión rentable, a diferencia de muchos otros países europeos donde prevalece el alquiler. Pero la devaluación salarial, consecuencia de la crisis, empuja cada vez a más gente hacia el alquiler. “Son familias que antes abandonaban la ciudad porque podían comprarse una casa. Pero ahora tienen que alquilar y optan por quedarse cerca de su círculo social, es decir, en Barcelona”, dice Donat. Esta sería una de las razones para explicar que existe una nueva demanda que puede pagar los precios actuales.

Pero entre los jóvenes profesionales, los principales afectados por la devaluación salarial, el aumento del alquiler supone una traba para empezar un proyecto de vida propio. Es el caso de Margarita Cavero, actriz de doblaje freelance, que desde diciembre quiere dejar de compartir piso e ir vivir por su cuenta. Pero los números no salen. “Los precios son prohibitivos. Encuentro pisos muy modestos, sin nada de lujos, por 800 €. Y además enseguida los cogen”, dice.

El cambio en los hábitos es sólo parte de la radiografía. Barcelona es también una ciudad atractiva para muchos estudiantes y trabajadores temporales que añaden presión a la demanda. Y por supuesto, el turismo, ya que en la Ciudad Condal una importante cantidad de habitaciones se destinan al turismo en plataformas como Airbnb, aunque no tengan licencia para este tipo de uso.

En un mercado al alza como el del alquiler, también es un factor la incesante compraventa de los grandes inversores. “Se vienen produciendo desde hace tiempo en Madrid y Barcelona, sobretodo en el centro. Antes invertían en hoteles o apartamentos, pero ahora también lo hacen en pisos que luego alquilan a usuarios”, dice Donat.

Medidas de control

En sus esfuerzos para controlar la subida del alquiler, el Ayuntamiento de Barcelona mira al Norte, hacia París y Berlín. Estas ciudades establecieron un índice de precios de referencia y esto es precisamente lo que la actual alcaldesa Ada Colau, y el gobierno de la Generalitat de Catalunya quieren hacer. Este índice de precios no sería vinculante pero daría apoyo a los inquilinos al negociar el alquiler.

A su vez el consistorio también está aumentando el número de viviendas en alquiler social, la política que más incide en el control de precios, según Donat. Con tan sólo un 2% del parque de viviendas destinadas al alquiler social, Barcelona es una rara avis si la comparamos con otras ciudades europeas; esta muy lejos del 30% de Berlín, el 23% de Londres o el 17% de París, según cifras de un estudio realizado por el Patronato Municipal de la Vivienda.

Albert Guasch para euronews

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