Hungría mantiene firme su pulso con la Unión Europea respecto a la gestión de la crisis migratoria en el Viejo Continente.
El último órdago del Gobierno ultraconservador húngaro ha sido esta carta enviada el jueves a Bruselas para que los socios comunitarios paguen 400 millones de euros a Budapest, la mitad del coste de la valla levantada en sus fronteras exteriores.
Time for European solidarity on border protection – PM #Orban‘s letter to
— Zoltan Kovacs (@zoltanspox) 1 de septiembre de 2017EU_Commission</a> President <a href="https://twitter.com/JunckerEU">JunckerEUhttps://t.co/VgcTS9Saxppic.twitter.com/AMsXqFbqoF
“Ya es hora de que prevalezca en la práctica la solidaridad europea en el terreno de la proteción de las fronteras”, firmado Viktor Orbán.
Ha llovido mucho desde que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, recibió al primer ministro húngaro al ritmo del Hola, dictador en la Cumbre de Riga, pero sus relaciones siguen siendo muy tensas.
Hungría gastó 800 millones de euros en reforzar y ampliar sus fronteras con Serbia y Croacia para cerrar el paso a las personas que querían llegar a Alemania. Más tarde endureció su legislación contra la inmigración y luego convocó un referéndum, que no alcanzó el quórum necesario, sobre las cuotas obligatorias de demandantes de asilo aprobada por Bruselas.
Ahora acaba de prorrogar por otros seis meses “el estado de crisis por inmigración masiva”.
Con EFE, AP
